martes, julio 03, 2012

Bajo los pies de un pájaro solitario una piedra callaba


En sus ojos se hallaba toda la lluvia
y en sus manos de niña yacían los inciensos
de la calma y la tarde.

Había desplegado entre veranos cándidos
una canción plagada de orientes, llena de labios
y de horas cosidas a la carne y al verbo.

Yo buscaba en sus huesos mis latidos
y tantas horas verdes entregadas al fuego,
a la porción de sol que nutren sus pupilas
y a los eternos pájaros de agosto
que yacen sobre el mármol.

(Sobre su cuerpo exacto, arrullado en sus notas,respiraba voraz su perfume a madera. Sus labios y su vientre sabían a cerezas frescas y sus abiertas rosas buscaban en la noche la luz y el corazón. Y yo, a veces, esquivo la besaba con este labio amargo, con la pasión impúdica de una ternura contenida).

Precipitados ambos
en la suave fragancia de los limones
jugábamos a un mundo poblado de cigarras
ceñidos al destino y a las promesas mansas,
a nuestra condición de acuario,
reinventado la savia que nos nutriera los otoños
y las gotas de eternidad acumulada en nuestras vidas.


Liberada en las puertas de una casa hechizada
las formas de la vida transitaban jardines
forjando entre sus pétalos el cosmos vacilante
de una semilla sin relojes que alzaba entre sus senos
una luna escarchada y una espiga de fuego.


Dormida entre mis labios
le nacieron dos cisnes con las manos aladas
y una nube escarlata
que impasible sostiene los sámsaras y el mundo.


Bajo los pies de un pájaro solitario
una piedra callaba
y un helecho en su fronda de sílice
saciaba en los cristales el derramado liquen
de un agosto invocado.


puesto en LA DUEÑA DE AQUEL DICIEMBRE
.
El zen de las macetas. Fragmento
.

Ilustracion

 Desnudo en rojo
Hannah Barnes
Técnica mixta sobre papel
15,5 cm x 18cm


sábado, diciembre 03, 2011

_Somos cientos los que andamos al sol en busca de una habitación para todos




A pesar del cansancio, en la primera noche,
no me llegaba el sueño, y fue Góriz la inclusa,
la nube negra y honda
que atándome a las dudas
me ahogó en mi propio aliento.
Necesitaba oxigeno. Necesitaba luz.
Abandoné el camastro, bajé las escaleras
en busca de un espacio donde encontrar mi norte.

Amordazado al tiempo y a los relojes,
como emergiendo
de un cascarón de agua oscura,
la noche descendió conmigo.
Mis sentidos crecieron nutriéndose de estrellas
y yo busqué su pecho como una hoja verde
busca la protección del tallo.

Mamándome los astros
expurgué los pecados
enraizando mis pies en la faz de la luna.

(Casi desnudo, casi sin huesos ni dientes, pero con todo el vientre del universo bailándome en los ojos seguí un camino que no existe, una improbable senda de ilusorio plumaje por la que anduve esperanzado y ansioso hasta el ambiguo abismo en que la providencia dejó caer ante mí la abierta cara de una piedra, de un árbol, de una flor, y desde el otro lado de mi cuerpo yo seguí oteándolo todo como quien cruza una calle extraña y desconocida).


-2-

Ciñendo al vértigo las huellas
mi sombra y yo nos dirigimos
hacia el lienzo borroso del ventisco,
con la cabeza dura tallando la pedrera
rectos nos despeñamos
al influjo magnético de la cumbre.

Yo la besé sin ser la nube libre,
del asombro al calor me erguí tan satisfecho
 que los cabellos plateados
de la flor y la nieve
se acercaron a mí para acentuar mi aliento.

(No he venido conciliador a verte, tus atributos crecen conforme mi dolor avanza, solo  soy cuerpo y causa, un ser en permanente retroceso, en endémico ajuste. Pero nos quedan tantas barreras por vencer que incluso  nuestra materia se angustia al pervertirnos en el propio ego de la felicidad. Solo que la felicidad debe ir paralela a nosotros como la propia sombra que no se aparta ni de los miedos ni de la prudencia ni de los arrestos)

 

-3-

Al amanecer
el cielo y sus colores nos colgaron del pecho
amuletos y emblemas,
avanzamos por una marea de piedra
que como un latido del corazón
asciende en vertical
sobre el sellado muro del horizonte.
Pero en verdad,
más allá de nosotros mismos,
el camino trasciende a nuestro mundo único
y nos transforma en parias relegados a nuestra propia fuerza.

Es tiempo de hojas blancas, de pájaros y manos desnudas,
de abandonarse al mundo y contemplar la lluvia.
Asumo que no tengo hogar,
que un universo extraño yace sobre mis hombros
mientras pasa la gente con los ojos callados
inmersos en su propia verdad.

(No nos pesan las máscaras de campanas esquivas que te abrazan y huyen hartas de soportarse a sí mismas en las opuestas fuerzas que nacen del afecto. Quizá hubiera sido buena idea extraviarnos, haber dormido al raso muchas más veces y haber ayunado algunas menos. Un sueño puede ser una herida o un barco de promesas. El camino se busca dando vueltas sobre uno mismo, sobre los propios miedos y flaquezas, rectificando cada paso para llegar a ser el que ya eres).



-4-

hay un letargo inquieto preservando los ritos,
la súbita respiración de un agua que derrama el oxígeno
y en la piel de la tierra permanece infalible
el aliento certero de unos huesos y sangre
que caminan absortos
sobre cada astilla de nuestros latidos
mamándose los miedos
para ir y venir de lo profundo a la nada.


Bajo el crecido sol incluso respirar pudiera ser
el equívoco mapa que en los pies decrece
para unir nuestras huellas
a los voraces labios del desierto,
allá, en el sagrado abismo,
donde toda la soledad cabe en un solo instante.



(Tenemos la necesidad de nutrir nuestras emociones, salvar nuestras barreras y ubicar nuestro propio espacio para la felicidad; los caminos se andan y desandan a veces casi al mismo tiempo y en similar medida, porque estancados en la nada nos queda la torpeza de renunciar a la vida para dejarnos ir  hacia  el abandono, hacia el filo de espadas imposibles).


-5-

Pero no languidecen las fuerzas de la naturaleza,
la inocuidad del mundo persiste en sus rutinas;
en palabras de Thomas Tranströmer
somos cientos los que andamos al sol
transitando deprisa camino al infinito,
en busca de la puerta entreabierta
que nos lleve a una habitación para todos.


.-.


El macizo del Monte Perdido esconde algunos de los rincones más espectaculares de los Pirineos, el geógrafo franco alemán Franz Schrader, destacado estudioso de los glaciares pirenáicos en el siglo XIX, lo llamó "inmenso poema geológico".
Epicentro del macizo calizo más elevado de Europa, surgido del mar y cuya erosión glaciar y fluvial ha ido abriendo durante millones de años, gargantas y circos de belleza sin igual, deja al descubierto los estratos rocosos que en algunos rincones acogen formas asombrosas como los Valles Ordesa, Añisclo, Pineta, Gavarnie  y Bujaruelo.

Especial dedicatoria a los compañeros y compañeras que juntos disfrutamos, en agosto de 2011, de este hermoso poema geológico que diría Schrader, ellos son Pilar, Laura, Jaime y Julián.
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lunes, agosto 29, 2011

Monte Perdido, Faja de las Flores, Brecha de Roland

 Pasando las "cadenas" para llegar a la Brecha de Roland

Tras pasar la Brecha, ya estamos en territorio francés,
tan solo nos queda atravesar un pequeño
glaciar hasta llegar al Refugio de Serradets

Cumbre de Monte Perdido 3.355m


Faja de las Flores a unos 2.500m., donde se pueden apreciar escasos
ejemplares de la legendaria Edelweis (Leontopodium alpinum) conocida como flor de las nieves





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lunes, abril 11, 2011

Es el día gritándole al interior del círculo


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Nosotros levantamos el fuego
lanzando piedras a la oscuridad del bosque.
Comprendíamos las razones del sol y de la luna,
tal vez nuestras sandalias profanando la grava
forjaron su abandono negando a nuestros dioses.

Mientras el hombre danza con su sombra
para librar al cuerpo del poder de la mente,
los cuatro puntos cardinales le observan
e impasibles ocupan los círculos
que encierran sus palabras.
No es la ausencia de voz
perdida en su inventario de dicciones:
es el día gritándole al interior del círculo crecido en el silencio
donde arden las llamas prendidas al misterio del fuego.

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Fragmento del libro Un humano cualquiera


Imagen
Tatranska Magistrala (Slovakia)


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©
texto e imagen Alonso de Molina



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