
Gracias por leer y dejar un comentario en mis libros. Amazon y Google Play Libros
https://writinglife.kobo.com/v2/ebooks
Los otros que me forman: Poesía es hacer un árbol con un trozo de madera. Alonso de Molina,

Al igual que Alonso de Molina, autores como André Breton o Salvador Dalí exploraron los límites de la razón y la realidad a través de imágenes oníricas y asociaciones inesperadas.

Al igual que Alonso de Molina, autores como André Breton o Salvador Dalí exploraron los límites de la razón y la realidad a través de imágenes oníricas y asociaciones inesperadas.
Cada poeta muestra su propio universo a los demás, expresando su percepción de la vida, destapando su propia génesis. El poeta no se hace, nace predestinado a ser lírico llegado el momento de la revelación, a contar su particular verdad como un evangelio a veces pleno de certezas, y otras de perpleja incertidumbre. Allá donde empieza la locura, aporta mucho más de lo que parece a simple vista, es un intento por renunciar de aquello en que la sociedad nos quiere convertir, en favor de la vida que, en realidad, quisiéramos vivir.

En frágil equilibrio me destapomientras espinas florecen en mis sienesmis letras conceden a la gramáticafilamentos reclinados en el olvido;mi voz no se oyey los tiempostranscurren sin esperanza ni perdón.Sumerjo mis verdades en lágrimas reprimidas.Mis credos guardo en dolores ajenos,a un cielo sin entrada elevo mis plegarias;construyo mi indolencia sobre cultos imposibles.Así puesAnte qué dios me reclinaré hoy?
Reseña: Javier Amable
El poema "Ante qué dios me reclinaré hoy", del poeta español, Alonso de Molina, presenta una visión introspectiva y reflexiva sobre la vida y la religión. El hablante lírico parece sentirse desorientado y desamparado en su búsqueda de la verdad y la fe. Las "espinas" que "florecen en sus sienes" pueden simbolizar los obstáculos y las dificultades que encuentra en su camino.
El uso de la metáfora de las "letras" que conceden "filamentos reclinados en el olvido" sugiere que el hablante lírico encuentra cierta comodidad y consuelo en su escritura, aunque a menudo se sienta ignorado y olvidado.
El poema también presenta un contraste entre la falta de esperanza y la necesidad de fe y oración, ya que el hablante lírico eleva sus plegarias a un "cielo sin entrada". Finalmente, la última pregunta "Ante qué dios me reclinaré hoy?" sugiere una incertidumbre y una búsqueda constante de significado y propósito.