ALLÁ DONDE EMPIEZA LA LOCURA 2ª Edición
¿Acaso temes verte por dentro?
Somos la suma de fantasías y realidades
Poesía cruda, introspectiva y vanguardista.
Hay libros que se leen con la mente, y otros que se sienten en el pecho. Este es uno de ellos. Allá donde empieza la locura es un viaje poético hacia los límites de la razón, el amor, el miedo y esa frontera invisible entre lo que somos y lo que escondemos.
Con una voz que mezcla lo surrealista, lo filosófico y lo espiritual, este libro reúne poemas y fragmentos que invitan a mirar dentro, a reconocer el dolor, la belleza y la transformación. No es poesía de salón: es palabra viva, palabra que golpea, palabra que cura.
Al igual que Alonso de Molina, autores como André Breton o Salvador Dalí exploraron los límites de la razón y la realidad a través de imágenes oníricas y asociaciones inesperadas.
Le pregunté al gitanosi oyó cantar al perro,me respondió el saborío:"La luna sale de nochey se mira en el río".
Me arrebaté, me excomulgué, me oriné.
Conjuré con la gitanadíctame el veredictode mi mano que has leío:
"Cucha payo que lo tuyo es mu tristey tengo el rímel corrío".
Imploré. Lloré. Maldecí. Blasfemé...Invoqué a las Sacras Escrituras:Kamasutra, Tantra Yoga,Ananga Ranga, Tao Te King.El Dalai Lama ni el Cristo Superstarme pudieron replicar.
Ya no Imploré más,ni lloré ni maldecí ni blasfemé...
Tampoco más me arrebaté,ni me excomulgué ni me oriné.
Ajusté los aparejos de mi cordura,subí al barco de los anhelos,rumbo norte a toda vela,peregrino hacia la nube.
Yo también estoy en contra de todo. No lo sabes, pero tú eres un loco. Y no hay peor locura que la del loco que no sabe que está loco. Delirante o prudente la locura asoma de manera engañosa. La línea entre la locura y la razón es difusa, pero quién elogia a la locura, quién le pone alas a la creación y al avance, a la realización personal. Dónde quedaron las promesas, las consignas de aquellos aguerridos tiempos: “Seamos realistas, pidamos lo imposible".
Era primavera, Herbert Marcuse, y a mis ocho años se me quedó grabada tu consigna como un salvoconducto a la felicidad. Algunos siglos antes, Tomás Moro coincidía contigo, Utopía sí, la ciudad ideal como Elogio a la locura: “nada hay más necio que tratar seriamente de la necedad, ni nada más divertido que tratar en broma aquello que nadie pensaría que lo fuera”.
El ridículo cliché de los convencionalismos sociales, a todas luces sustentáculos del poder que alienan y perturban todo el consorcio social, sin saber separar lo enfático de lo ridículo ni lo sustancial de lo presuntuoso. Loco cuerdo delirante sensato demente reflexivo prudente, locura demencia excentricidad delirio frenesí.
Oh ironía, oh sátira, oh huida de la solemnidad, oh Quijote, cuánta inspiración, eres la suma de fantasías y realidades. Es duro pensar, y no porque seamos tontos, oh Sófocles: “La existencia más placentera consiste en no reflexionar nada”.
Cuanto más atrás miran mis ojos, más motivos me encumbran a la razón de la locura.
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