Ocho años desde la presentación simultánea de dos de mis libros en el Museo Arqueológico de Almería, y parece que el tiempo se ha quedado ahi, detenido, sin otra cosa que hacer que seguir escarbando en busca de un texto que te deje medianamente satisfecho, no obstante ese escarbar es también una forma de vivir. No como quien busca oro, sino como quien busca sentido.Ocho años pueden parecer una un lapso de tiempo, pero de ninguna manera he estado quieto, he leído y escuchado, he revuelto cajones, y sobre todo he dejando que los versos respiren y que los libros se asienten en su propio ecosistema, quiero decir las estanterías blancas que rodean mi escritorio.En ningún caso la presentación simultánea de dos libros fue un cierre, sino una apertura. Desde entonces, he seguido haciendo lo que he considerado que tengo que hacer: escribir pretendiendo textos que no solo digan, sino que me digan algo a mí. Y eso es una manera de nutrirme en fidelidad hacia mí mismo.Quizás mi proyecto actual que lleva de subtítulo "Tal vez sonetos", unas decenas de poemas rescatados en los que llevo varias semanas trabajando, sea la respuesta a ese tiempo detenido. O quién sabe si quizás sea solo otro paso en ese camino de seguir buscando las respuestas no halladas, ese pretender hacer un árbol con un trozo de manera que es como entiendo lo poesía, no más de lo mismo, sigo con todas las dudas por resolver, lo bonito, lo estético, la belleza no es lo que nutre, ni mucho menos lo que me conforma. Lo único válido, lo que me importa es seguir escribiendo, incluso cuando no escribo porque estoy convencido de que hay toda una constelación de versos y poemas que no se resignan al olvido y siguen a la espera de ser hallados y publicados.
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