Hoy 28 de marzo 2020, se cumplen 78 años de la muerte del máximo referente de la “Poesía de Guerra” que falleció de tuberculosis en una fría, desalmada, inhumana y cutre prisión franquista de Alicante.
Mantengo que la poesía puede salvar al mundo. Que hoy, como ayer, es necesaria la poesía para hacer prevalecer la magia de la palabra frente a la maldad, el materialismo y la indiferencia.
Habla Pablo Neruda:
"Uno de los amigos de Federico y Rafael era el joven poeta Miguel Hernández. Yo lo conocí cuando llegaba de alpargatas y pantalón campesino de pana desde sus tierras de Orihuela, en donde había sido pastor de cabras. Yo publiqué sus versos en mi revista Caballo Verde y me entusiasmaba el destello y el brío de su abundante poesía.
Miguel era tan campesino que llevaba un aura de tierra en torno a él. Tenía una cara de terrón o de papa que se saca de entre las raíces y que conserva frescura subterránea. Vivía y escribía en mi casa. Mi poesía americana, con otros horizontes y llanuras, lo impresionó y lo fue cambiando".
En su recuerdo
Por Pablo Neruda
Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!
No cesó tu rayo ni tu aliento
Por Alonso de Molina
Nos das con tu palabra sin barreras
una canción, tan última o primera
que siendo sangre, verso y canto fuera
conciencia de la patria que abanderas.
Nacida para el luto fue la estampa
de coplas y palabras con tu anhelo;
perito en lunas, de tan corto vuelo,
que caídas tus alas en la trampa,
sin cordura ni juicio en sus inquinas,
te infringieron maldades sin piedad;
para el pueblo, Miguel, que fuiste viento
al que el hombre acechó con sus espinas,
no pudieron robar tu libertad
pues no cesó tu rayo ni tu aliento.
A Miguel Hernández (30-10-1910/28-03-1942) en su centenario.
Alonso de Molina
(marzo, 2010)
#sigoEnCasa para #FrenarLaCurva
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