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Nosotros levantamos el fuego
lanzando piedras a la oscuridad del bosque.
Comprendíamos las razones del sol y de la luna,
tal vez nuestras sandalias profanando la grava
forjaron su abandono negando a nuestros dioses.
Mientras el hombre danza con su sombra
para librar al cuerpo del poder de la mente,
los cuatro puntos cardinales le observan
e impasibles ocupan los círculos
que encierran sus palabras.
No es la ausencia de voz
perdida en su inventario de dicciones:
es el día gritándole al interior del círculo crecido en el silencio
donde arden las llamas prendidas al misterio del fuego.
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Fragmento del libro Un humano cualquiera
Imagen
Tatranska Magistrala (Slovakia)
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©texto e imagen Alonso de Molina
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