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jueves, junio 23, 2022

Del libro La insaciable verdad de la verdad: Todas las hojas verdes que soy

 
 
 

Con el invierno en fuga de olvido, la primavera cierra sus tardes con un conjuro de pájaros que no olvidan los poderes del fuego. El estío  llegó. Canta la media luna para poner en jaque a todas las madrugadas del verano.

En estos días que vienen con un sol imprudente partiéndonos las piedras, nos reiremos tronchados doblándonos por dentro como se dobla un lienzo, inermes e  indefensos y el corazón dispuesto para encender los dedos y borrar cicatrices.

¿Quién limpiará de ortigas el jardín? Las miserables hojas caídas en otoño. Quién se hará tarde y luz poniendo el pan sobre la mesa y bebiéndose el licor en la boca del otro?
Así el origen llega cargado de bronce, de incontrolados vientres buscándonos los pulsos, mordiéndonos las fábulas,  como en tantos inviernos cargados de metáforas donde se arraiga el hombre sintiéndose desierto, presintiendo la fiebre y el aire que le falta.

Del tiempo y sus raíces, se observan estaciones pesadas  como el plomo. Languidecen los años desde el germen, toda la nada por delante, sin morder del todo la vida, dejando muchas batallas sin librar entre la carne y el cuerpo, entre la unión de almas que nutren con su entrega tantos  otoños devoradores de sueños.

Voy abriendo ventanas (la media luna brilla y es verano). Al ventilar los miedos la tierra beberá en mí todas las hojas verdes que soy, gestadas en relojes que no tienen calendario.
Del libro

La insaciable verdad de la verdad

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#poesía #poesia #AlonsoDeMolina #ladueñadeaqueldiciembre




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lunes, abril 01, 2019

Tal vez mañana la ventana vendrá para asomarse en mí. (La insaciable verdad de la verdad).



La insaciable verdad de la verdad



Hay veces que un hombre tiene que luchar
tanto por la vida que no tiene tiempo de vivirla.
Charles Bukowsk.


Bajo las uñas
mil avispas jodiéndonos los días.

Te las intentas sacudir de encima
como quien se sacude las solapas
después de haber comido un bollo;
y muy harto de todo te acercas a la noche
a rascarte el ombligo y a intentar besártelo
con la misma pericia
que quien se acerca a una ventana
a ver nacer el día
creyendo que ese día
está predestinado a ti.

Pero observas que
los labios y la flor se posan en otra ventana
buscando una caricia que no te pertenece.
Y te pliegas como una hoja de papel
mirando de reojo al amor.

Y mordiéndote un labio
caminas cabizbajo
desde la noche a la mañana.

Y otra vez te asomas como una lucerna
a las hoscas ventanas de la tristeza
a desplegar cansino tus cenizas
después de haber dejado el polvo y tus razones
en un felpudo que tampoco es tuyo.

Y te das cuenta que el día también se marcha
con los pies tan vacíos como habían llegado
y sientes la soledad de un mártir
y cierras otra vez tus alas
y reordenas tus ojos
y, apartando las gafas a un lado,
plantas la vista al techo, a la pared del fondo,
al armario que posa indiferente.

Prendes un cirio
y lo miras
y te arrojas a él
y te quedas muy quieto
sin aspirar a nada,
el cirio y tú, la luz y la penumbra.

A fin de todo huérfano,
solitario y huérfano,
como una hormiga camino a su destierro.

Tal vez mañana
la ventana vendrá
para asomarse en mí.


La insaciable verdad de la verdad

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martes, septiembre 19, 2017

La insaciable verdad de la verdad. Poesia del Siglo XXI. Alonso de Molina



 
 
 
 
En estos tiempos es obvio que la poesía está de moda, ha pasado el poeta de ser el bohemio, el soñador, el inadaptado… de ser el elemento incomprendido –incluso elemento negativo- a ser un referente –muchas veces ornamental- para buena parte de la sociedad, y me pregunto: ¿no se está aburguesando otra vez la sociedad o es la poesía la que busca el punto de confort?

¿Ha pasado la poesía de ser un grito hacia dentro, una reflexión constante que escruta los requerimientos, anhelos, tentaciones, miedos… a ser grito compartido en las redes sociales, más que como un llamado de atención al mundo, como manifiesto pregón de uno mismo para exhibir su agudeza y talento y recibir aprobación en forma de like y comentarios de admiración?
La poesía sigue emparentada con la burguesía y se conforman círculos cerrados aunque con ciertos atisbos de aparentar homogeneidad social.

El poeta, es cierto, puede parecer distante, algo reservado y simular desinterés, incluso cierto repudio a todo cuanto le rodea; no obstante hay poetas que, sin ser del todo herméticos, no frecuentan o no muestran especial agrado en codearse con la burguesía, burguesía que existe y es un “valor en alza”.

A fin de cuentas un poeta es un animal que, con fama de amar la soledad, suele dedicar el tiempo que otros dedican a tejer relaciones, a escribir y a leer, y además, sabiendo que nadie le pagará ni le reconocerá por ello.

En cualquier caso que cada uno sea como quiera ser y, particularmente, servidor como don Gabriel Celaya: “Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden”.

Porque la poesía en verdad es un arma cargada de futuro, y si algo puede salvar al mundo es la poesía, única arma de manos vacías y conciencia plena.

Personalmente, además, suelo decir: escribo para mí y escribo para la gente, no escribo para los acomodados ni para la burguesía ni para el academicismo ni para el poder. Prefiero ser poeta a ser reconocido como poeta.

La poesía está en la calle, ha entrado de lleno en nuestras vidas con toda la fuerza del desorden, con todo el inconformismo y todas las decepciones que podemos ser capaces de soportar. Y la aceptamos o rechazamos con la misma naturalidad con que dibujamos un corazón en la arena.

¿Acaso es útil la poesía? Frente al enunciado de Manuel Álvarez Torneiro, Premio Nacional de Poesía en 2013, “La poesía no sirve para nada, gracias a dios, pero es indispensable”, prefiero la petición manifestada por Sharon Olds, Premio Pulitzer de Poesía, entre otros importantes galardones, “Quiero que un poema sea útil” o la apreciación de la poeta y erudita hindú Meena Alexander: “La poesía es valiosa precisamente porque no es histórica ni política ni económica, porque no es parte del mundo de causa y efecto”.

Evidentemente vivimos en una sociedad tóxica, pervertida. Miremos el efecto climático, las guerras en nombre de la libertad y en nombre de dios; la corrupción política está generalizada en todo el planeta; visto lo visto, ¿vamos a aseverar que la poesía no sirve para nada?

El mundo cambia, para bien o para mal, en relación a cómo la gente actúa, a cómo la gente percibe el mundo. ¿No conlleva la poesía una reflexión constante? El poema es el puntal de la obra del poeta y va paralelo a la existencia del ser humano. ¿La poesía no sirve para nada? No legisla, no es un producto que genere grandes oportunidades de negocio, pero va fraguando conciencia colectiva, y ya es frase hecha; fue el poeta inglés Percy Bysshe Shelley, quien –un año antes de su muerte- en 1821 manifestó, en su obra “En defensa de la poesía” lo que podría ser llamado “el derecho divino de los poetas”, de alguna manera “los poetas son los legisladores no reconocidos del mundo”, el intelecto poético, per se, genera, sí o sí, algún tipo de poder.

El mundo necesita la poesía. Tal vez, un verso, sea la llave que abre ciertas puertas cerradas.

Alonso De Molina
 
 
La insaciable verdad de la verdad
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