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lunes, julio 04, 2016

Afganistán. Diario de un soldado. Guillermo de Jorge






 
 

 Algo ocurre cuando uno puede sentirse cazador o presa. Una crispada razón que nos lleva a refugiar nuestra individualidad en el seno mismo de la palabra, llámale servicio a la patria, oficio o culto, llámale liturgia, ceremonia… llámale X,  llámale poesía.
 
 En el libro “Afganistán,  diario de un soldado”, del que es autor Guillermo de Jorge, las distintas secciones van precedidas de reflexiones del propio autor y citas célebres -más o menos conocidas- que van metiendo al lector en las entrañas  de lo que viene a continuación, como una advertencia para que preparemos el cuerpo y la conmoción, y que las sacudidas no nos afecten demasiado.
 
 Pero no tema el lector, no es un libro que trate exclusivamente de la guerra, no son escritos de muerte; se trata de textos, poemas, que se expresan  desde la emoción más íntima, como alaridos que irrumpen despertando emociones en circunstancias extremas donde tú como persona, eres tan sólo parte de la casualidad, como si en una partida de dados te hubiera tocado alejarte de lo que más amas –esposa, hijos, familia, amigos…-  para pelear contigo mismo:  "yo| ,| aquí| , |un| hombre libre tan sólo| preso de los hombres| que luchan| golpeando las puertas del infierno".
 
 Así, las manos del soldado respiran con entereza, sin querer ser un depredador para él mismo y sin temor a enfrentarse con la realidad de su oficio, apunta con sus letras al dolor, pero también a la vida, en la certeza de que en el peor de los casos, si se ha de morir: “morir con la firme convicción de que hicimos todo lo posible por evitarlo”.
 
 Afganistán,  diario de un soldado”,  puede despertar en el lector recónditas emociones, algún impulso atávico;  puede provocar miedo, el hombre al acecho del hombre, el ser humano con la insufrible responsabilidad de tener que matar y de tener que exponerse a ser matado, sin que la mano del que dirige el rebaño no se exponga a una sola salpicadura de sangre; pero la tinta con la que firma las órdenes no detiene hemorragias ni llantos ni lutos ni huérfanos ni exilios ni pobreza ni hambre… “aborrezco a un dios que nos ha hecho | a su imagen y semejanza | : | ser miserable no tiene límites para el hombre.
 
 La principal virtud en el ejército es obedecer;  la virtud de pensar no está contemplada en la disciplina militar. El mundo es una trinchera que se explaya. Los soldados mueren y matan en pos de la paz. Pero no aprende el mundo de experiencias pasadas y la guerra va ocupando nuevas posiciones siendo imposible saber dónde está la guerra y, quien es el enemigo. Tan sólo hombres como simple instrumento de los hombres que desde los despachos imperan y deshacen el mundo: “Hay muertos que no hacen ruido, como los que mueren en silencio, mientras lees este diario”.
 

 Imagen portada del libro, autor Fernando Barrionuevo.