I
Mientras ella habla y habla, yo le miro las nalgas, las entrañas, su canesú azul, su pecho escarlata, las uñas de sus pies; miro sus rojos, los cauces de sus ingles, su vello oscuro, sus montes, su risa; sus dientes, su mandíbula, sus impares espacios. Amo todo el oxígeno del centro de su ombligo; nada es tan salvaje como su culto y dádiva; nada abre la risa, como las múltiples enseñas de su orgasmo, esa hermosa agonía del relámpago y la muerte. Teniéndola a mi lado yo la amo. Amo su erótico dibujo, sus incendiados huecos, sus aunadas urgencias; amo su espalda, amo sus vértebras bordadas, la piel que la disfraza, su despertar calmoso; amo la noche y sus silencios, su paz, su luz, su danza y sus prudencias; amo sus compulsivos signos, el escorpión que la alimenta, y amo esta noche rica en minerales, pero sigo esperando a los planetas por si cambian las formas de la luna; quizá nos quede aún tocar el corazón. Somos yoga buscando ser perfectos.
II
Sentía el hambre, la indecisa líneadel esfuerzo espacial entre mi cuerpo
y el suelo que temblaba como un beso
adolescente huyendo al infinito.
Más allá del latido de una boca
que entrega sus excesos al sudor
viaja el cuerpo cargado de recelos
y un hombre sin espejo besa el agua
pretendiendo ser fuente que le llene
los párpados de pétalos, abriendo
la raíz de un nirvana que vuela
al encuentro de un niño con la cara
incendiada chillándole a sus dudas.
Somos yoga, ya digo, buscando ser perfectos.
Namaste
Fragmento del prólogo En el poema Somos yoga buscando ser perfectos, se percibe la confrontación entre la idealización y la cotidianidad que pareciera acallar la magia de los cuerpos cimbrando entre los brazos. Más allá del amor, de la sensualidad de “sus vértebras bordadas, la piel que la disfraza, su despertar calmoso; amo la noche y sus silencios, su paz, su luz, su danza y sus prudencias; amo sus compulsivos signos, el escorpión que la alimenta, y amo esta noche rica en minerales” … Se sigue esperando a los planetas “por si cambian las formas de la luna”, metáfora de sensaciones más extraordinarias que las del amor cotidiano. “Quizá nos quede aún tocar el corazón”.
María Luisa Lázzaro (Mérida (Venezuela)
Escritora. Profesora. Poeta.
llevado al libro No sé de qué habla mi poesía - Poemas comentados -
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