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martes, febrero 13, 2024

Historias de cualquier otoño -2-



imagen de Scott Haefner





“¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué voy a hacer?
Saldré a toda prisa como estoy, y andaré por la calle
con el pelo suelto, así. ¿Qué vamos a hacer mañana?
¿Qué vamos a hacer jamás?” 
T. S. Eliot. La tierra baldía (131-134)


Un universo frágil
se extiende en las paredes buscando su destino,
como si de menguar en la naturaleza
las ciudades se urdieran mártires y verdugos.

Solo la brevedad es tan cierta que duele.
Nada de lo que somos es sagrado en nosotros,
se consume en lo breve de la entrega y las horas.

Un día el viento llegará sin advertencias
destruyendo la savia sus íntimos caudales
e imprimirá su llanto, en tanto displicente
una vela prendida ungirá sal al mundo
y cambiarán los ojos que perciben la tierra.

De la tierra baldía nos hemos resignado
a sus desérticos eriales;
hemos construido un universo
de infructuosos principios que no admiten la entrega
ni soportan la gélida gula de la indigencia;
siendo lujuria y sed olvidamos a Dios,
sin querer otro dios, sin pretender ser dios,
sin respetar a Dios;
y no hay perdón ni agua que redima el olvido
e inunde la memoria de paz, justicia y libertad.

El universo es prenda y fianza, rehén convicto,
rémora sin escritos que preserven al hombre
del hosco escupitajo del rencor;

más allá de los mares, la redondez del orbe
se nutre de la espuma que besa el infinito,
para aplacar al hombre y fabricar promesas
que puedan conciliar la fría búsqueda
de los inexplorados diamantes del destino
(disimulados en los frágiles, agrietados valores del hombre)
con las breves paredes del universo;

en tanto habla el desierto,
yo escribiré mis últimas excusas.



sábado, abril 23, 2022

Historias de cualquier otoño -8- (Bodas de sangre)



Ante el pecado y la deshonra la cruz se rinde.

…¡Ay, cómo bajaban!
La sangre corría
más fuerte
que el agua.

…Duérmete, clavel,
que el caballo no
quiere beber
.

F.G.L. (Bodas de Sangre)


-*Hazme feliz,
me dijo: -Vente conmigo

Nerviosas las campanas pregonaban los ritos
de la patria volcánica; hipnóticos, brillantes,
en los kilómetros de páramos
los quintales de esparto cimbraban la cintura;
era el pan la escasez y el hambre de los días,
la holganza no cabía en el sudor de la premura.

En los cortijos las naciones de jornaleros
guardando sus enseres plegaban la jornada.
Sediento polvo que ávido de lluvia
derramaba su ingenio para subirse al mundo,
todo sol y escasez en el reseco origen.


Desde la antigua sangre se pobló la simiente,
el miserable resplandor de la carencia
prendió descalzas las semillas yertas;
la cegadora luz del sur, el día no hallado,
canta al viento y al hilo de la tragedia, ríe.

El día, arco luminoso del mes de julio,
dejó paso al rencor, a un esbozo de luna
y a un altar que vacío inquiere al infinito;
vencido el sacramento, como un escupitajo,
expresan las liturgias
el desamor, el odio crónico y visceral;

la estirpe calmará la sed
dictándose en
venganza el rojo de la cepa,
en pugna con los ocres sedientos de la tierra.

Ante el pecado y la deshonra la cruz se rinde.

Disparan fuego las espinas
La muerte y el destino, inexorablemente,
a rajatabla, cumplen sus ralas encomiendas

*(En la historia real en que se inspiró Lorca para Bodas de Sangre, Francisca Cañadas a su primo Francisco Montes al que amaba y con el cual escapó horas antes de su concertada boda con Casimiro Pérez)
.

A pocos kilómetros de las antiguas minas de oro de Rodalquilar, en el corazón del Parque Natural de Cabo de Gata, Níjar. Almería. España. En el llamado Cortijo del Fraile, la noche del 22 de julio de 1928, horas antes de celebrarse una boda concertada por intereses entre las familias de ambos novios, la novia huyó con su primo del que estaba enamorada.
La pasión y la envidia. El amor y los celos como tema central de una de las más importantes obras de Federico García Lorca. La implacable memoria que aviva el sentimiento más primitivo, animal, del ser humano. El desafecto, la enraizada animosidad por la venganza y condena. Los prejuicios morales y la miseria como telón de fondo que desembocan en los acontecimientos dramáticos acaecidos en un hecho real, uno más de cuantos suceden en el mundo, si Lorca no se hubiera inspirado en ellos para inmortalizarlos con su obra Bodas de Sangre.
El crimen del Cortijo del Fraile inspiró también la novela Puñal de claveles, escrito en los últimos años de su vida por la periodista y escritora almeriense–vinculada sentimentalmente con Ramón Gómez de la Serna-, Carmen de Burgos* “Colombine”, (Rodalquilar, Almería 1867-1932). Puñal de claveles fue publicada dos años antes del estreno de la obra de Lorca en 1933 y se llega afirmar que pudo haber influenciado a Lorca con esta obra para la suya Bodas de Sangre.
Francisca Cañadas, protagonista real de esta historia, contrariamente a como describe Lorca a la novia en Bodas de Sangre, una heroína y hermosa mujer, fue en realidad una infeliz víctima de la crueldad de las reglas de su tiempo, estigmatizada hasta el final de sus días por la sociedad que jamás le perdonó el quebrantamiento de las impuestas costumbres. Fue enterrada en 1987 en Níjar, bajo una lápida con un nombre que no es el suyo.

http://blogs.ideal.es/crimennijar/posts historia real documentada en la prensa de la época.

**Como poeta pudo influenciar a Federico García Lorca con su obra Puñal de Claveles
http://canales.ideal.es/almerienses/carmen_de_burgos.html
.

Blog de Felipe Sérvulo con un trabajo sobre el mismo tema muy detallado.
http://asimelocontaron.blogspot.com/2006/11/bodas-de-sangre-en-el-cortijo-del_30.html
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©Alonso de Molina

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Federico García Lorca


La novia se encerró en vida a purgar su culpa. El novio plantado volvió a casarse y pretendió olvidar amparado en una vida normal. Tres tiros acabaron con la vida del amante, primo hermano de la novia. Han pasado 70 años y los testigos de la tragedia real que inspiró las Bodas de Sangre de Federico García Lorca siguen guardando silencio. Sin embargo, la historia sigue viva entre los campos de Níjar en Almería.


"Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes" (La Novia, Acto II Bodas de Sangre).

Cuando Francisca Cañada cruzó el umbral de aquella puerta, poco podía imaginar que la boda de la que estaba huyendo escribiría con sangre su historia en las páginas de la literatura española. Y aún menos que, 70 años más tarde, el silencio seguiría cubriendo con su manto oscuro la memoria de aquella tragedia. Estaba muy lejos de saber que la huida que había emprendido la llevaría a protagonizar una de las obras cumbre del teatro español del siglo XX. Las Bodas de Sangre no son sino la recreación de la fuga de Paca Cañada con el hombre que amaba, en vísperas de su boda con otro. El amor y la traición, la tradición y el instinto, el honor y la muerte se conjugaron aquella noche sin luna.

Corría el caluroso verano de 1928. Durante una de sus estancias estivales en su casa de la Huerta de San Vicente, Federico García Lorca descubrió en las páginas de sucesos de El Defensor de Granada la crónica de una tragedia ocurrida dos días atrás en el campo de Níjar (Almería). Poco después, desde la Residencia de Estudiantes, telefoneaba a Margarita Xirgu para comentarle que ya tenía argumento para un nuevo drama. El diario contaba la historia de una mujer de 20 años, Francisca Cañada Morales, que, horas antes de celebrar su boda, se fugó con su primo, Francisco Montes Cañada, diez años mayor que ella, de quien siempre estuvo enamorada. En un cruce de caminos y agazapada detrás de unas palmas, la muerte se abalanzó sobre ellos. Paco Montes recibió tres tiros fatales. Paca Cañada sobrevivió de milagro a las manos de mujer que la intentaron estrangular.

"Las veleidades de una mujer, provocan el desarrollo de una sangrienta tragedia que cuesta la vida a un hombre", titulaba en portada el Diario de Almería dos días después de la noche de autos. Y procedía a explicar los rocambolescos detalles de un crimen que viene a constatar, de nuevo, que la realidad va casi siempre más allá de lo que alcanza la imaginación de los hombres.

En aquella época y según las costumbres nupciales de los campos de Níjar, las bodas se celebraban de madrugada. La de Francisca Cañada con Casimiro Pérez Pino, un joven de la comarca sin más patrimonio que su carácter noble y recto y sus brazos para trabajar, habría de celebrarse a las tres de la mañana en la iglesia de Fernán Pérez, una pedanía cercana al cortijo donde vivía la novia. Tal y como mandaba la tradición, ella vestiría un traje oscuro y corto y los invitados comerían buñuelos, garbanzos tostados y, en el caso que nos ocupa, dos borregos sacrificados para la ocasión.


José Pérez

JOSÉ PÉREZ, hermano del novio plantado, cumplió tres años por la muerte de Paco Montes.


García Lorca dibujó una novia hermosa y heredera de una pingüe fortuna. Pero Paquita Cañada no era ni una cosa ni la otra. Alta, huesuda, desgarbada y coja, tal vez hoy fuera atractiva, pero no respondía a los cánones de belleza de la época. Una paliza propinada por su propio padre la dejó inválida cuando contaba tres años de edad. "Tenía celos de su hermana menor y lloraba mucho. El padre se hartó, le pegó un crujío y la zancó. Guapa no era, tenía los dientes como salidos hacia fuera... pero era una mujer muy primorosa para sus labores", cuenta María Josefa Salinas, de cerca de ochenta años y vecina durante décadas de la familia.

Madre: "Mi hijo es hermoso. No ha conocido mujer. La honra más limpia que una sábana puesta al sol".
Padre: "Qué te digo de la mía. Hace migas a las tres, cuando el lucero. No habla nunca; suave como la lana, borda toda clase de bordados y puede cortar una maroma con los dientes" (Bodas de Sangre, acto I).

Francisco Cañada, el padre de la novia, le dejó en herencia cuanto tenía: 3.500 pesetas, un cortijo y tierras de labor en El Hualix, a unos cinco kilómetros de Níjar. Era la única forma de mostrar a su hija atractiva a los ojos de un futuro pretendiente. Según el romance popular que aún circula por la comarca, fueron Carmen Cañada, hermana mayor de Francisca, y su marido José Pérez Pino, quienes apañaron la boda con Casimiro Pérez Pino. Dos hermanos para dos hermanas. Y así la herencia quedaría en casa:

"Mi cuñada es coja y fea
su padre la tié dotada
te vas a casar con ella
que el dinero no se vaya"

Pero nadie tuvo en cuenta los sentimientos de Francisca Cañada, quien hacía tiempo se bebía los vientos por Paco Montes, su primo hermano, apuesto, guapo y sin novia conocida. "Dicen que ella lo quería, pero que él no le hacía caso. Bromas entre primos, pero nada más. Pero las mujeres somos unos pellejos y aquella noche convenció a mi tío para que se la llevara", relata Rafaela Montes, sobrina de Francisco, quien tenía seis años cuando ocurrió todo. Rafaela sigue ocupando la casa familiar en la cortijada de Los Montes, sabe que un tal García Lorca escribió un libro que ella desconoce y todavía llora al recordar unos hechos que siguen pesando sobre la historia de su familia.

Paca Cañada vivía con varias de sus hermanas en el Cortijo del Fraile, donde su padre, ya viudo, trabajaba como aparcero. La hacienda era una enorme casa de labor. Contaba con varias viviendas menores, ocupadas por labradores, un patio central, numerosos corrales y establos, una pequeña capilla y hasta un osario en el que descansaban los restos de la ascendencia del propietario. El cortijo pertenecía a los Acosta, dueños de buena parte de las tierras que rodean al núcleo urbano de San José, en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. Hoy el silencio se ha apoderado de sus muros en ruinas tanto como de la memoria de quienes podrían dar fe de los hechos que allí acontecieron.

El escenario en el que Federico García Lorca sitúa sus Bodas es una casa-cueva típicamente granadina, en lo que pudo ser una maniobra intencionada por parte del autor para preservar la identidad de los protagonistas reales. Los personajes describen un hermoso paisaje de viñedos, cerezos y nogales, con un río que cruza el valle. Sin embargo, el levante almeriense de principios de siglo sobrevivía a la miseria merced a una pobre agricultura de subsistencia, al espejismo de su industria minera y a la cultura del esparto. La adaptación a un medio hostil, atacado sin piedad por los vientos y las sequías, había endurecido las costumbres de sus gentes. Colinas peladas y lunares sembradas de guijarros amarillos. Pequeños cultivos de cereal, grandes extensiones de pitacos, rebaños de cabras, alguna palmera... éste era el paisaje que rodeaba el Cortijo del Fraile. Un paisaje que permanece intacto, con su palmera, sus colinas amarillas y peladas y su magnífico aljibe. Sólo la abandonada mina de oro se ha comido a dentelladas la ladera norte del Cerro Cinto.


Carmen Cañada

CARMEN CAÑADA, hermana de la novia, fue condenada por intentar estrangularla.


Entre los invitados a la ceremonia, no podían faltar los principales beneficiarios de aquellas nupcias, Carmen Cañada y José Pérez, quienes se pusieron en camino junto a dos de sus hijos pequeños. El novio, quien, hasta entonces, vivía con ellos en el cortijo El Jabonero, había salido antes para atender los preparativos de la boda. Todos se reunirían en El Fraile para acompañar a la pareja. Pero la hermana mayor ya percibía algo raro en el ambiente. Alguien había visto a la madre de su primo Paco Montes haciendo buñuelos en su propia casa. "Es que esa boda de hoy puede que se celebre aquí", comentó a una vecina. Hay quien piensa que no sólo la boda sino también la fuga había sido apañada de antemano. Las malas lenguas aseguran que el padre de la novia había acordado con su hermana (madre de Paco Montes) la huida de sus hijos. Casimiro, el novio, era honrado pero pobre; Paco Montes -Leonardo en la obra de Lorca- por contra, heredaría las tierras de su padre y, además, haría cualquier cosa que le pidiera su madre. "Eso es mentira. Nadie sabía que se iban a escapar. Se han dicho muchas cosas, pero no son verdad", ataja la sobrina de los Montes y añade: "Antes de ir a la boda, Paco, que en paz descanse, estaba con mi padre, que era su hermano, trillando una palva y le preguntó ¿vienes al Fraile?, porque si tú no vas, yo tampoco voy. Mi padre se llevó a mi hermana, que tenía 15 o 16 años, la subió en la mula, y los tres se fueron a la boda".

Cuando llegaron al cortijo, el novio se había echado a descansar un rato en una de las habitaciones. Entre el bullicio de los invitados, Paca Cañada buscó el momento para hablar a solas a su primo. Tal y como cuenta el romance, en palabras de la novia:

"Pues mi primo no quería,
no sólo a mí, ni a mi nombre.
Lo invitamos a la boda
pudimos hablar.
Le dije hazme feliz
me dijo vente conmigo
le dije llena de gozo
en la calle espérame.
Salí y me monté en su mulo
empezamos a correr".

No llegaron lejos. Al notar la ausencia de la novia, los invitados sospecharon algo. Vieron cómo Paquita, mujer despierta e independiente para la época, se había ido marchitando a medida que se acercaba el casamiento. Una de las hermanas pensó que se había tirado a un pozo. Pero la falta del primo y de su mula despejaron la incógnita.

Cuando Carmen Cañada y José Pérez les fueron a esperar, agazapados trás unas palmas, en aquel cruce de caminos, ya los habían declarado culpables. Había que vengar el honor del novio y el ultraje de la familia. Y estos delitos se pagaban demasiado caros.

A unos ocho kilómetros del Cortijo del Fraile, en el camino de la Serrata hay un muro sin sentido, con una cruz de cal pintada sobre las piedras. En el suelo, unos ripios sueltos parecen señalar algo. Ahí murió Paco Montes. Tres disparos de su propia arma le segaron la vida. En la pelea, Carmen agarró a su hermana por el cuello hasta darla por muerta. José Pérez, hermano del novio plantado, arrebató la escopeta a Paco Montes y le pegó tres tiros. Cuentan las crónicas que, cuando ella despertó, pedía a gritos que también le dieran un tiro de gracia. El muro se ha formado a golpe de plegarias. Los caminantes hacen un alto, rezan y arrojan una piedra al suelo.

Leonardo: (abrazándola)
¡Como quieras
si nos separan, será
porque esté muerto!
Novia: Y yo muerta
(Bodas de Sangre. Acto Tercero)

"Mi padre encontró a su propio hermano muerto en el suelo. Mi hermana, que iba con él, pilló un pasmo en la sangre que la dejó mala para siempre. Después, en mi casa nunca nadie se ha referido más a ese asunto", sentencia Josefa Montes. Y, de nuevo, se sumerge en su silencio de años.

También en el silencio ha vivido Joaquín Pérez Cañada, hijo de los autores del crimen. "Yo tenía unos ocho años, y claro que estaba allí, en el cortijo, pero no sé nada. Mi padre era un hombre muy recto, de los de antes... Hizo lo que hizo y se lo llevaron a la cárcel de Cartagena. Después de unos años volvieron al Fraile y estuvieron viviendo y trabajando allí", cuenta con dificultad este hombre aquejado de problemas respiratorios y, probablemente, herido también por la soledad del Hualix, el paraje donde habita. "La coja ha vivido en ese cortijo de enfrente hasta que se murió, pero yo no me he cruzado nunca con ella. Ni mi madre tampoco. Nunca volvieron a hablarse". Es lo único que puede o que quiere decir. "Los que sabían se han muerto y se han llevado el secreto a la tumba. ¿Quién mató a Paco Montes?... cualquiera sabe... Yo sé muchas cosas más, pero no las voy a contar".

Tras la muerte de Paco Montes detuvieron a Francisca Cañada y a su padre. Pero la novia no delató a su hermana ni a su cuñado. Al principio, declaró que habían sido asaltados por un enmascarado. Poco después, los autores del crimen fueron a entregarse. A José Pérez lo condenaron a siete años de cárcel, de los que cumplió tres. Probablemente fue amnistiado con la República. Carmen Cañada fue encarcelada pero salió pronto.

Casimiro Pérez, el novio, no volvió a ver a Paquita Cañada. Se casó con otra mujer y se fue a trabajar a San José, donde murió en 1990 a los 92 años. Su hija María ratifica, una vez más, la teoría del silencio. "Mi padre no volvió a mencionar ese asunto. Por eso yo tampoco quiero hablar. Si él no lo ha contado, cómo voy yo a faltarle ahora que está muerto... Sólo puedo decirles que hemos vivido una vida tranquila y que las relaciones con mis primos son buenas. Aquello pasó, para qué removerlo más". Francisca Cañada Morales, Paca la Coja, se encerró en vida en el cortijo que su padre le dejó en herencia y se convirtió en leyenda. Los niños de Níjar se acercaban con miedo para verla. Probablemente murió sin saber que su vida había inspirado la obra de un gran poeta.

El 8 de marzo de 1933 se estrenó en Madrid Bodas de Sangre. Dos años antes, la periodista almeriense Carmen de Burgos, Colombine, había publicado Puñal de Claveles, inspirado en los mismos hechos. Colombine presenta un relato con una lectura casi feminista y un final feliz.

Eso es la literatura. La realidad ha sido mucho más feroz: aún hoy en los campos desolados de esta comarca almeriense, una mujer capaz de romper las normas y decidir sobre su propio destino está, por lo general, condenada al destierro, a la desesperación o a la locura. Y casos recientes en Níjar así lo atestiguan.

Pero esta es otra historia.

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FUENTE: https://www.elmundo.es/magazine/num117/textos/lorca4.html

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domingo, mayo 26, 2019

Es difícil gritar on the street lonely

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Precipitado en la apatía de las razones,
sin respuestas ni aspectos que atender,
penosamente solo, demasiado vacío,
sin cargas ni destinos nutridos por mi pecho;
concreto en la ceniza y el disoluble credo
rechinaban mis dientes, lying on the sidewalks;
con la vida desnuda corriendo en las cantinas
insensatas mis manos procuraban mujeres.


Zarandeado al viento como hoja en ventolera
yo estaba al margen de cualquier destino;
bajo el sol caminando, aquel año bisiesto
en el aire estallé mis monedas, and my luck,
en tanto recorría las plazas y las angostas bocacalles
sin cosenos ni senos donde albergar los sueños;
descolgaban las horas con la sed del hambriento,
envenenando un alma urgida de calor
y un corazón en combustión emergente
que sellaba sus besos con los pardos del aura.

Es difícil gritar on the street lonely;
la mujer dijo hello y yo rompí mis ojos
para mirar su escote insinuante y sedoso;
reincidían momentos en los signos de aquarius
y mojaban los sueños sin posar la cabeza sobre el agua.


La medianoche es trampa.
Escucha Camarón, oye la noche,
busca en su llanto el rendido sexo;


mientras templada ella
se perfuma la cara con los ojos del alba,
un orgasmo creciente late en su aliento blanco.

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Hoy en Hoy al mejor precio.


viernes, septiembre 15, 2017

Historias de cualquier otoño -4-


el lar del juramento 
Si pudiera explicar las vidas que quité
si pudiera quemar las armas que usé
no dudaría, no dudaría en volver a reír
Antonio Flores
(Álbum Arriba los corazones)

Las madrugadas no debieran ser lapso y muerte;
acentos y palabras confunden al destino.
Un mes como septiembre debería romper
los nichos y las urnas, las fronteras y líneas
que dibujan el frío e iluminan el odio.

Mientras duerme la noche, promovidos fanáticos
imponen el terror en las habitaciones israelíes;
la parca optó por Múnich,
violó su Villa Olímpica, el lar del juramento;

escupen
como si el mundo no supiera ya lo que es malo;
huyen de sí, con la frialdad de los extremos
provocando las sombras, midiendo sus tropiezos;
acechan como cuervos ataviados de hombres,
sin embargo jalean al aire
las mismas cuentas que sus mártires:
sesenta ritmos por minuto
ocho horas de trabajo, otras tantas de alivio
cuatrocientos ochenta minutos para el gozo…
…ningún instante para el alma.


Respiran
con la destreza de saber matar;
curtiéndose en pecados persiguen sus pretextos,
exhortados en credos que alinean horror
proyectan con sus ojos la mirada del miedo.
Han sido programado para destruir
y arrastran en su saña el ataque cobarde
que mancha en madrugada los silencios y vidas.

Las pantallas mostraron la matanza de Múnich,
el mundo no se olvida;
once rehenes mueren por el "Septiembre Negro"
las olimpiadas del setenta y dos

la cólera de dios perseguirá las sinrazones
y los ojos del mundo preñarán sus cruzadas
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Septiembre Negro. Este es el nombre de la Organización terrorista palestina que el 5 de septiembre de 1972 perpetró su acción criminal más notoria y que el mundo conoció como "La masacre de Múnich". Nombre que se le dio al secuestro y asesinato de once atletas israelíes durante los Juegos Olímpicos de 1972. En el acto además perdieron la vida cinco miembros de Septiembre Negro y un policía alemán, La tragedia sería vista en todo el mundo a través de la televisión. No fueron solo palabras de la acalorada premier Golda Meir: “No escaparán los asesinos a la larga mano de la justicia de Israel”. Los servicios secretos israelíes, el Mossad, dispuso la “Operación Cólera de Dios” –llevada años más tarde al cine por Steven Spielberg con el nombre “Operación ira de dios”. El cerebro de la matanza, Alí Hassan Salameh, alias el Principre Rojo, que fuera consejero de Yasser Arafat, murió, descuartizado en explosión de coche bomba en Beirut el 22 enero de 1979; El “ojo por ojo, diente por diente" de la justicia israelíe se había cumplido.
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©Alonso de Molina

jueves, enero 22, 2009

La agitación de un beso arrancado a la tierra




La agitación de un beso arrancado a la tierra

"Mis raíces se hundieron
antes del nacimiento de los tiempos,
antes del inicio de las eras
antes del ciprés y del olivo
antes de la primicia de la hierba".

Mahmud Darwich*


Impregnando de aromas amistad y certezas
compartían jornada y hablaban de su tiempo,
el fresco olor a hierbas disipaba distancias:



-Cordero y fruta, peces y arena, aire y sol, lluvia y agua,
tuyo y mío es el polvo, el mundo, es de todos;
no seremos traidores por defender la paz
.

-Ni dueños de ningún hostigado rincón
donde perderlo todo
y reventar el rostro
entre mentiras que derraman azufre,
disimulando el llanto entre las manos
.


Ajena a la existencia, avanzando inflexible,
la muerte se pasea
como una sombra que oscurece enajenada;
un estertor de sangre, tragándose la vida,
revienta en las arterias.

Del pecho, la impotencia y el grito reclamando principios,
la fuerza contenida en los toques de queda,
mientras cuentan las bombas, con los pies en el aire,
se les quiebran los huesos de la patria embestida
sin que los ojos puedan describir la ceniza;
la sinrazón fanática de la devastación,
la barbarie violenta,
la agitación de un beso arrancado a la tierra.
El edén sometido al trueno y al horror.
El discurso taimado esculpiendo los días.
La suerte chequeada en las arterias.
Los muertos enterrados en silencio.

¡¡Que paz podrá contar la historia de estas cepas!!

Malditos los que viven de la muerte
Malditos los señores de la guerra
Malditos los obispos consonantes

Malditos los regentes y los jeques
Malditos los que omiten la ceguera
Malditos los poetas sosegados

Ángeles y demonios muestran el infinito
y eludiendo a la gente nos barren a ninguna parte




*Poeta Palestino fallecido recientemente (Al-Birwa 13 de marzo de 1942 - Houston 9-08-2008). Es considerado el poeta nacional palestino y uno de los más célebres literatos árabes contemporáneos.
En su obra, Palestina se convirtió en una metáfora de la pérdida del Edén, el nacimiento y la resurrección, así como la angustia por el despojo y el exilio. Se cuenta de Mahmud Darwich que en un recital multitudinario en Haifa, ironizó tristemente sobre la toma de control por parte de Hamas de la franja de Gaza: " Hemos ganado - dijo- Gaza obtuvo su independencia de Cisjordania. El mismo pueblo tiene, desde ahora en adelante, dos Estados. Dos prisiones que no se saludan. Somos un pueblo víctima, disfrazado de verdugo".

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Carnet de identidad

 

 

Intro -adm-:

 

Impregnados de aromas amistad y certezas
compartían jornadas y hablaban de su tiempo,
el fresco olor a hierbas disipaba distancias:

-Cordero y fruta, peces y arena, aire y sol, lluvia y agua…

tuyo y mío es el polvo,

el mundo, es de todos
no seremos traidores por defender la paz
.
-Ni dueños de ningún hostigado rincón
donde perderlo todo y reventar el rostro
entre mentiras… disimulando el llanto

entre las manos.

-.-.-.-.-.--.-.-.-.-.--.-.-.-.-.--.-.-.-.-.-

 

Escribe que soy árabe, y el número de mi carnet

es el cincuenta mil; que tengo ya ocho hijos,

y llegará el noveno al final del verano.

¿Te enfadarás por ello?

 

Escribe que soy árabe, y con mis camaradas

de infortunio trabajo en la cantera.

Para mis ocho hijos arranco, de las rocas,

el mendrugo de pan, el vestido y los libros.

No mendigo limosnas a tu puerta,

ni me rebajo ante tus escalones.

¿Te enfadarás por ello?

 

Escribe que soy árabe.

Soy nombre sin apodo. Espero, con paciencia,

en un país en el que todo lo que hay

existe airadamente.

Mis raíces, se hundieron antes del nacimiento de los tiempos, antes de la apertura de las eras, del ciprés y el olivo, antes de la primicia de la hierba.

Mi padre...

de la familia del arado, no de nobles señores.

Mi abuelo era un labriego, sin títulos ni nombres.

Mi casa es una choza campesina de cañas y maderos.

¿Te complace?...  Soy nombre sin apodo.

Escribe que soy árabe, que tengo el pelo negro

y los ojos castaños; que, para más detalles,

me cubro la cabeza con un velo; que son mis palmas duras como la roca y pinchan al tocarlas.

Y me gusta el aceite y el tomillo.

Que vivo en una aldea perdida,

abandonada, sin nombres en las calles.

Y cuyos hombres todos están en las canteras

o en el campo...

¿Te enfadarás por ello?

 

Escribe que soy árabe;

que robaste las viñas de mi abuelo

y una tierra que araba, yo, con todos mis hijos.

Que sólo nos dejaste estas rocas...

¿No va a quitármelas tu gobierno también,

como se dice?

 

Escribe, pues...

Escribe en el comienzo de la primera página

que no aborrezco a nadie,

ni a nadie robo nada.

Mas, que, si tengo hambre, devoraré la carne

de quien a mí me robe.

¡Cuidado, pues!...

¡Cuidado con mi hambre y con mi ira!


-.-.-.-.-.--.-.-.-.-.--.-.-.-.-.--.-.-.-.-.-


ADM

Ajena a la existencia, avanzando inflexible,
la muerte se pasea como una sombra

que revienta en las arterias tragándose la vida,.

Del pecho, la impotencia y el grito

reclamando principios,
la fuerza contenida en los toques de queda,
mientras cuentan las bombas, con los pies en el aire,
se les quiebran los huesos de la patria embestida
sin que los ojos puedan describir la ceniza;
la sinrazón fanática de la devastación,
la barbarie violenta,
El edén sometido al trueno y al horror.
El discurso taimado esculpiendo los días.
La suerte chequeada en las arterias.
Los muertos enterrados en silencio…

la agitación de un beso arrancado a la tierra.

¡¡Que paz podrá contar la historia de estas cepas!!

Malditos los que viven de la muerte
Malditos los señores de la guerra
Malditos los que omiten la ceguera
Malditos los poetas sosegados

Ángeles y demonios muestran el infinito
y eludiendo a la gente nos barren a ninguna parte

 

Fuente:

Comunidad Palestina: Mahmoud Darwish


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sábado, noviembre 22, 2008

Historias de cualquier otoño -5- Viva la revolución de los claveles


¡Que revienten las tardes! gritaban las chicharras.

Grândola, vila morena
Terra da fraternidade,
O povo é quem mais ordena
Dentro de ti, ó cidade.
-
Grândola, villa morena
Tierra de fraternidad
El pueblo es quien más
ordena. Dentro de ti, oh ciudad
“Zeka” Afonso (escuchar la cancion)

De la sombra de algún precipitado exilio
he vuelto a la recámara de las profundidades
-sórdidas, abatidas- de las impuestas fechas.

A pesar de los años, advirtieron mi anverso
los abismos obtusos -clónicos, eclipsados-
y de reversa suerte seguían esperando
al acecho de alguna estrecha realidad,
aguardando avenidas y aguaceros sin rédito.

De la revolución de los claveles
solo queda el recuerdo;
en tanto en Barcelona, las aliviadas ramblas,
proclamando su doctrinaje al hachís,
exhibían inéditos los porros primigenios.

Pasaron dos veranos.
En ese tiempo, fenecía despacio
la occidental reserva vaticana,
daban sus coletazos últimos
la espiritual gerontocracia española.
¡¡Escarben en su esquela,
en la historia que admite las fotos de sus guerras,
en la camisa nueva bordada ayer de rojo!!.

A veces me subía en hombros clandestinos,
los cordones maderos me apretaban los pies:

"Disuélvanse callados, vacíen sus bolsillos,
alineen sus mentes y ajusten los relojes
con esta misma hora".


No existen credos sin color
ni fuego que no aguarde a los herejes.

¡Que revienten las tardes! gritaban las chicharras.

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©Alonso de Molina 2006. Historias de cualquier otoño. Fragmento
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En la madrugada del 25 de abril de 1974, la radio portuguesa emitía por primera vez una canción del compositor luso José “Zeka” Afonso, hasta entonces prohibida: Grandola, vila morena. Era la señal acordada por los militares del Movimiento de las Fuerzas Armadas para avanzar con las tropas hacia Lisboa dispuestos a derrocar la dictadura más larga de Europa, la del dictador Salazar. En plena primavera, la vendedora de flores de la Plaza del Comercio regaló a los soldados su cargamento de claveles rojos, bautizando de esta manera la revolución de Portugal que puso fin al régimen conservador, antidemocrático y represivo que persistía desde 1933.
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Viva la revolución de los claveles. Viva Celeste Caeiro
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 Dicen que un soldado le pidió un cigarrillo, pero Celeste Caeiro solo tenía claveles, y su gesto de entregar esta flor de temporada, dió nombre a la revolución que cambió Portugal que desde 1926 estaba bajo la dictadura militar, primero a las órdenes de António de Oliveira Salazar que mostraba abierta simpatía por los nazis y fascistas organizando la Legión Verde a semejanza de la División Azul de España, dictadura que prosiguió desde 1970 a las órdenes de Marcelo Caetano, continuista del regimen de Salazar que no estaba por facilitar la apertura política. Así el 25 de abril de 1974, a las 0:25, la radio emitió Grândola Vila Morena que era la señal para que los militares rebeldes iniciaran el levantamiento que dio lugar al derrocamiento de la dictadura en Portugal.
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25 abril Revolución de los claveles

Grândola, vila morena
 Terra da fraternidade
 O povo é quem mais ordena
 Dentro de ti, ó cidade

Dentro de ti, ó cidade
 O povo é quem mais ordena
 Terra da fraternidade
 Grândola, vila morena

Em cada esquina, um amigo
 Em cada rosto, igualdade
 Grândola, vila morena
 Terra da fraternidade

Terra da fraternidade
 Grândola, vila morena
 Em cada rosto, igualdade
 O povo é quem mais ordena

À sombra duma azinheira
 Que já não sabia a idade
 Jurei ter por companheira
 Grândola, a tua vontade

Grândola a tua vontade
 Jurei ter por companheira
 À sombra duma azinheira
 Que já não sabia a idade

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 Zeca Afonso - Grândola, Vila Morena
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