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martes, febrero 13, 2024

Historias de cualquier otoño -2-



imagen de Scott Haefner





“¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué voy a hacer?
Saldré a toda prisa como estoy, y andaré por la calle
con el pelo suelto, así. ¿Qué vamos a hacer mañana?
¿Qué vamos a hacer jamás?” 
T. S. Eliot. La tierra baldía (131-134)


Un universo frágil
se extiende en las paredes buscando su destino,
como si de menguar en la naturaleza
las ciudades se urdieran mártires y verdugos.

Solo la brevedad es tan cierta que duele.
Nada de lo que somos es sagrado en nosotros,
se consume en lo breve de la entrega y las horas.

Un día el viento llegará sin advertencias
destruyendo la savia sus íntimos caudales
e imprimirá su llanto, en tanto displicente
una vela prendida ungirá sal al mundo
y cambiarán los ojos que perciben la tierra.

De la tierra baldía nos hemos resignado
a sus desérticos eriales;
hemos construido un universo
de infructuosos principios que no admiten la entrega
ni soportan la gélida gula de la indigencia;
siendo lujuria y sed olvidamos a Dios,
sin querer otro dios, sin pretender ser dios,
sin respetar a Dios;
y no hay perdón ni agua que redima el olvido
e inunde la memoria de paz, justicia y libertad.

El universo es prenda y fianza, rehén convicto,
rémora sin escritos que preserven al hombre
del hosco escupitajo del rencor;

más allá de los mares, la redondez del orbe
se nutre de la espuma que besa el infinito,
para aplacar al hombre y fabricar promesas
que puedan conciliar la fría búsqueda
de los inexplorados diamantes del destino
(disimulados en los frágiles, agrietados valores del hombre)
con las breves paredes del universo;

en tanto habla el desierto,
yo escribiré mis últimas excusas.


Poema incluido en 

Ese barro que nos quedó anegado entre los dientes: No sé de qué habla mi poesía




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Tuyo en la poesía
Alonso de Molina