“¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué voy a hacer?Saldré a toda prisa como estoy, y andaré por la callecon el pelo suelto, así. ¿Qué vamos a hacer mañana?¿Qué vamos a hacer jamás?”
T. S. Eliot. La tierra baldía (131-134)
Un universo frágilse extiende en las paredes buscando su destino,como si de menguar en la naturalezalas ciudades se urdieran mártires y verdugos.Solo la brevedad es tan cierta que duele.Nada de lo que somos es sagrado en nosotros,se consume en lo breve de la entrega y las horas.Un día el viento llegará sin advertenciasdestruyendo la savia sus íntimos caudalese imprimirá su llanto, en tanto displicenteuna vela prendida ungirá sal al mundoy cambiarán los ojos que perciben la tierra.De la tierra baldía nos hemos resignadoa sus desérticos eriales;hemos construido un universode infructuosos principios que no admiten la entregani soportan la gélida gula de la indigencia;siendo lujuria y sed olvidamos a Dios,sin querer otro dios, sin pretender ser dios,sin respetar a Dios;y no hay perdón ni agua que redima el olvidoe inunde la memoria de paz, justicia y libertad.El universo es prenda y fianza, rehén convicto,rémora sin escritos que preserven al hombredel hosco escupitajo del rencor;más allá de los mares, la redondez del orbese nutre de la espuma que besa el infinito,para aplacar al hombre y fabricar promesasque puedan conciliar la fría búsquedade los inexplorados diamantes del destino(disimulados en los frágiles, agrietados valores del hombre)con las breves paredes del universo;en tanto habla el desierto,yo escribiré mis últimas excusas.
Poema incluido en
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Alonso de Molina