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viernes, junio 24, 2022

Regresamos al fuego y a la noche que canta. Hogueras de San Juan tradición pagana adoptada por el cristianismo para conmemorar el nacimiento de San Juan Bautista

 

Celebramos con fuego la holgura de los días,
como un viajero viejo erudito y tenaz
que regresa al calor y a la noche que canta.
 
Las estrellas desnudas magnifican el cielo
ofreciendo promesas de doradas auroras.

No enmudecen las nubes los excitados sueños
de una hoguera que sangra, y en su rota oración
se abren las puertas del infierno y la gloria.
 
(Hurgando en sus cenizas
retornará la sangre
de la fruta preñada
al dolor de la piedra).

Levanta con arrojo el fulgor de la llama
y bendice con música al exacto gentío
que en las calles reclaman el calor de la lumbre,
la caricia en los labios, la justicia y la paz.

La hoguera hace rato se apagó.
Pero la brasa en mí
sigue prendiendo,
y también en ti.



Dedicado a los amigos y amigas que venimos compartiendo durante años este final de etapa para entrar, más purificados si cabe, en el devenir de los siguientes ciclos de la vida.





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jueves, junio 23, 2022

Del libro La insaciable verdad de la verdad: Todas las hojas verdes que soy

 
 
 

Con el invierno en fuga de olvido, la primavera cierra sus tardes con un conjuro de pájaros que no olvidan los poderes del fuego. El estío  llegó. Canta la media luna para poner en jaque a todas las madrugadas del verano.

En estos días que vienen con un sol imprudente partiéndonos las piedras, nos reiremos tronchados doblándonos por dentro como se dobla un lienzo, inermes e  indefensos y el corazón dispuesto para encender los dedos y borrar cicatrices.

¿Quién limpiará de ortigas el jardín? Las miserables hojas caídas en otoño. Quién se hará tarde y luz poniendo el pan sobre la mesa y bebiéndose el licor en la boca del otro?
Así el origen llega cargado de bronce, de incontrolados vientres buscándonos los pulsos, mordiéndonos las fábulas,  como en tantos inviernos cargados de metáforas donde se arraiga el hombre sintiéndose desierto, presintiendo la fiebre y el aire que le falta.

Del tiempo y sus raíces, se observan estaciones pesadas  como el plomo. Languidecen los años desde el germen, toda la nada por delante, sin morder del todo la vida, dejando muchas batallas sin librar entre la carne y el cuerpo, entre la unión de almas que nutren con su entrega tantos  otoños devoradores de sueños.

Voy abriendo ventanas (la media luna brilla y es verano). Al ventilar los miedos la tierra beberá en mí todas las hojas verdes que soy, gestadas en relojes que no tienen calendario.
Del libro

La insaciable verdad de la verdad

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#poesía #poesia #AlonsoDeMolina #ladueñadeaqueldiciembre




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LA DUEÑA DE AQUEL DICIEMBRE Encuentros, desencuentros y abandonos. Dos años ya, y aún así sigue fresca y lozana como recién sacada de la vitrina

La dueña de aquel diciembre. Portada

Dos años ya, nació al filo de la pandemia Covid'19; aún así sigue fresca y lozana como recién sacada de la vitrina.

LA DUEÑA DE AQUEL DICIEMBRE
Encuentros, desencuentros y abandonos.
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Tú, como yo, no ignoras que los pies tienen formas y límites, y que se adaptan a las improvisadas molduras que el viento pone entre tu cuerpo y los pasos que me llevan de la brisa a tu boca.
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Eras la dueña de aquel diciembre en que tu frío y mis manos se toparon de cara.
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"Una bella recreación del amor, el erotismo y la sensualidad, las relaciones de pareja con sus altos y bajos, sus buenos y malos momentos".


LINK para leer las primeras páginas y si te gusta lo compras y lo comentas. Gracias por dejar un comentario, una crítica o reseña con tus impresiones.

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sábado, junio 04, 2022

Tratado de anatomía

Tratado de anatomía



El corazón y el deseo, no caben en la misma mirada. Muchas veces la sangre se deja arrastrar hacia agujeros oscuros. Necesita más noche para construir su propia oscuridad, y busca hilar antorchas para que ardan todas las arañas que conforman sus dudas.
Hoy es una mañana de viento. No es un día distinto al de ayer. En realidad, el gris del día es un gris como el de cualquier otro día. Me pica un brazo. Observo el cielo lleno de nubes. Los árboles me observan de reojo. Hambriento como soy sacudo telarañas y busco al escorpión, la cola de un planeta primitivo y voraz. Es la estación del año más carnosa, la primavera es redonda e ingenua, atolondrada y lúbrica, su destino es posarse en el punto lascivo de la carne.
Me inquieta esta presión. Este fosforo verde que me somete a la sutil elipse de las formas. Me está asustando ser feliz. Mis manos solo buscan el lóbulo carnoso de la primavera, la tenue suavidad de la piel y la carne conmovida.
Tratado de anatomía. Fragmento

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El único poder es comprender quién eres

 
Playa de Retamar. Almería

No hay excusas para que mis pies hoy puedan caminar despacio. Slow people -me digo-, slow people -me reafirmo-. Se trata de existir. De habitar en todas partes. Slow people.
La vida es el mayor regalo que tenemos. A veces no somos conscientes de que no nos pertenece y en cualquier momento nos puede ser arrebatada.
El único poder es comprender quién eres. Y aquí me afianzo, como una estaca, clavado en lo que soy, un ser hundido en mil sueños con todas las dudas por delante.
Slow people. Vive!
Feliz sábado desde la playa de Retamar. Buscala en el Google maps!



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martes, mayo 10, 2022

La perversa lujuria que disfraza el silencio


Algún día debería tocarme a mí esta suerte de encuentros. Ninguna mujer me había invitado jamás, y tú dejaste caer la botella sobre la mesa sin saludar ni decir palabra alguna.

Observé perezoso el pequeño trasluz que formaba el vacío entre tus piernas, en la parte más alta y cercana a las ingles. Te dije –toma asiento, por favor. Y por contra acercaste la hebilla de tus jeans al borde mi pecho. Yo moví la cabeza, como si sacudiera una mosca y aspirando con fuerza, sin apenas ponerme en pie, tomé tus hombros y te ayudé a sentarte. Tu pelo, entonces, ladeó al elevar la barbilla en un gesto contrariado. Alcancé la botella con mi mano y, atropellada, la otra alcanzó las dos copas para bebernos el tiempo entre un cruzar y otro de piernas y miradas.

Después todo fue rápido. Tú empezaste a calmar tus institutos, yo evocaba a las musas para urdir un pretexto y marchame.

Pero he nacido hombre y, aunque tiemblo, también yacen en mí arquetipos que sueñan lo prohibido. Tú seguías mirando insidiosa las agujas de un reloj atolondrado que quería y no quería proseguir su camino y marcharse al destierro de los tiempos. Yo asentía entre sorbos, como un adán hipócrita que tiene a flor de labios un hombruno piropo que pujaba por vaciar a la chica mala que te hacías y reventar gallardo en tus entrañas.

Son templos lo que mi alma busca en ti. Tus atropellos, tus dudas, tus confusiones, tus inciertas maneras de besar a tiempo y a destiempo… con toda la ambigüedad que mi cerril torpeza presupone en ti Reconozco las hebras de tu pelo, tu sincrónica danza de apareamiento, tus menudos suspiros… pero tu pulso, tus latidos, tus juegos seductores… acrecientan los besos que programan las horas y encienden la perversa lujuria que disfraza el silencio.
Con encomiable prólogo de la escritora venezolana María Luisa Lazzaro; así como entrañables reseñas de grandísimos poetas y escritores:
Andrea Zurlo
Escritor. Cineasta. Florencia. Italia
Laura Gómez Recas
Periodista. Madrid. España
Julio González Alonso
Escritor, Lector, Educador. León. España.
Carmen Baeza Lores
Poeta. Almería. Almería. España
Francisca Sánchez Sevilla
Profesora. Poeta. Berja. España.

Mayra R. Encarnación

Profesora. Poeta. Carolina. Puerto Rico 
Cristina Guerra
Poeta. Activista Cultural. Atahualpa. Ecuador.
Lizzette Rodríguez
Poeta. Artista Visual. Ciudad de México. México.
 
La dueña de aquel diciembre
Tapa blanda: ‎ 120 páginas
ISBN-13: ‎ 979-8608843778
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miércoles, mayo 04, 2022

La lluvia en Almería es algo que hay que festejar



La lluvia en Almería es algo que hay que festejar. Y si tú no estás por la labor o no te acuerdas para eso está el karma o más concretamente el quinto YAMA, APARIGRAHA, que te invita a la renuncia, a la no posesión, al desapego de las cosas materiales que irremisiblemente se ocupa de estas cuestiones.

Ocurre que anoche olvidé dejar los garbanzos del almuerzo de hoy en remojo, y está mañana llueve en Almería, y si en Almería llueve hay que festejarlo porque la ocasión lo merece de manera especial en una tierra tradicionalmente seca como es esta. Y, en consecuencia, en nuestras propias raíces aflora en sentimiento de humedecer la tierra y el polvo de todos los caminos y dejar desvanecer nuestros huesos ante la visión de la lluvia como un arquetipo que te muestra la estrella de la fortuna en forma de agua.

La lluvia no te moja. Tú la acompañas con la mirada en el devenir del día. Te arropas en el aire y ves flotar angustias, ropajes, acomodos... Todo lo que no necesitas se desprenden del núcleo de tus huesos y te sobredimensionas como el sonido galopante de una campana que se esculpe en el paisaje de tus ojos y silencian tus huesos todos los futuros grises que si acaso alguna vez asomaron.

Entonces mojas el pan duro sobrado de otros días, en la lluvia que hoy el cielo te regala, buscas en YouTube una receta sencilla, al alcance de tu pericia en la cocina y te asomas, como un alfarero fisgón, al oficio de convertir el pan en alimento de lluvia como una recurrente ceremonia que se repite con el agua.

 

https://www.alonsodemolina.com/La lluvia en Almería es algo que hay que festejar


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sábado, marzo 19, 2022

EL HOMBRE OLVIDADO



Yo soy el hombre olvidado. Suelo pasear cada tarde cercano al curso de río Dniéper. Acostumbro a caminar desde la Estatua de Berehynia, en la concurrida Plaza de la Independencia, hasta la Estatua de la Madre Patria, no sin al paso, echar un rato de acomodo saboreando un café bien cargado en un sugerente café-librería cercano al Monasterio de las Cuevas; y no sé por qué razón eludo acercarme a la rivera a contemplar las aguas.

Mi cabeza es un círculo vicioso, un entramado mental que no logra encontrar la salida para escapar de este frío mármol que me enquista. Es cierto, mi memoria a veces me abandona llevo un número grabado en el brazo izquierdo, justo debajo del tryzub tatuado, eso me recuerda quien soy.

Las tardes de primavera como esta que ahora comienza es normal ver el deambular de la gente, los niños corriendo tal como su condición de niño les dicta; los padres sentados leyendo o charlando entre ellos, pero sin quitar un ojo de encima a la chiquillería. Apoyada en uno de los carros de combate expuestos en la extensa explanada que da acceso al Museo de la Gran Guerra Patria, una muchacha, demasiado flaca a mi parecer, jugueteaba aburridamente con su rubia melena, enroscándose y desenroscándose el flequillo alrededor del índice y medio de la mano derecha; muy cerca, animados grupos de gente y en especial un chico bien parecido que se la estaba comiendo con los ojos. En esa controversia, en este emblemático lugar donde se representa y rememora el pasado violento de la raza humana y, en buena fe, se honra la memoria de los miles de víctimas, como husmeando desde alguno de mis muchos abismos, yo me preguntaba si de verdad han valido la pena los años vividos.

La flaca muchacha ahora está acompañada por otra muchacha, algo mayor que ella y no tan flacucha. El chico bonito se me acercó a que le invitara a un cigarrillo. A estas alturas de la tarde no viene mal una charla con algún desconocido. Dando una calada al cigarrillo que había encendido segundos antes de que el chico bonito se me aproximara, sin dejar de mirarle le pregunté: ¿qué tal las chicas, son amigas tuyas? Respondió, al acabar una larga exhalación llena de humo, que no las conocía; vi cómo mirabas a la flacucha, argumenté. Es una forma de empezar a conocerla, dijo, mirarla y hacerle ver que la estoy mirando.

Sonrió y me echó amigablemente el brazo por encima del hombro. Yo me dejé hacer y nos encaminamos a conversar con las chicas que seguían apoyadas en el mismo carro de combate. El chico bonito, exhibiendo su mejor sonrisa y cierta maestría en romper el hielo, sin más preámbulo y mirándolas directamente, espetó a ambas mujeres: vemos que habéis conectado bien con los tanques; ¿y las relaciones humanas? ¿qué tal las lleváis? Ellas rieron nerviosas, y yo mismo, mirándolas a la cara, me aventuré a decir, ¿qué tal si conectamos delante de una buena cerveza? Creo que mis palabras, tal vez el enunciado “cerveza” obró el milagro. Ambas mujeres se apartaron del artefacto bélico y tomándonos a cada uno de un brazo empezamos a caminar en silencio alejándonos de la gran plaza y por ende de la monumental escultura bélica.

Ni siquiera la luna resplandece como tu sonrisa, insinúo, cerveza en mano, sin dejar de mirar fijamente a los ojos de la amiga de la flacucha. Estuve en la guerra, afirma ella manteniéndome la mirada. ¿Qué tal un poco de hachís para desinhibirnos? propone el chico bonito; estupendo, largó dando saltitos la flacucha con manifiesta avidez. Yo también estuve en la guerra, respondo a la amiga de la flacucha, porfiando con indisimulada lujuria y poniendo en su mano mi mechero para que hiciera arder el hachís.

No habíamos aprendido nada en la vida, no sabíamos fórmulas para crear vida, ni respetar las leyes de la naturaleza; menos aun las que ponen orden y paz en el universo. No sabíamos nada y todo nos importaba un comino. En la niñez todo es un cuento feliz donde nos avivan a formarnos, a esforzarnos, a tener proyectos y plantearnos qué hacer para ser útil a nuestra sociedad, pero nadie nos explica qué hacer para ser felices toda la vida.

Cierto, la vida es un teorema difícil de resolver, somos memoria y olvido incapaces de aprender de las experiencias, nadie nos ha preparado para entender ni afrontar la vida con garantías de éxito. Todo lo que ven mis ojos cada tarde en mis paseos, son remembranzas de batallas, de guerras, de supremacías del hombre sobre el hombre; la avidez del hombre por controlar al hombre, por controlar las situaciones y por imponerse a la naturaleza de las cosas no tiene límites; es parte de la sinrazón en que vivimos, de nuestra imperfección. Estamos rodeados de falsedades e hipocresía, cómo entender la guerra, cómo entender la supremacía de unos sobre otros, cómo entender el mal, la falsedad. Para comprender la verdad es necesario interpretar más allá de las palabras que se leen o se oyen.

Abramos nuestra mente, vivamos el momento presente, persistí incapaz de contener mis lujuriosos deseos; le hubiera hecho el amor a la vista de todos a la amiga de la flacucha, cuando todos los ojos se posaron en los míos. En ese instante perdí su rostro, en la vidriera tampoco se reflejaba el mío; un atisbo de desnudez colmó el angosto espacio que compartíamos.

Al salir del bar nos topamos con una patrulla militar en su ronda diaria. Firmes y ceremoniosos van refiriendo nombres y la correspondiente numeración tal como figura en la placa de mármol expuesta en el museo. Yo no puedo contener mi emoción al escuchar el número 11600, a la vez que miro en mi brazo el número tatuado debajo del tryzub*.

Y la guerra, la guerra, que es lo que más se rememora, nos convierte en nadie. Sólo muertos tirados en las calles y un número total en el recuento.

 *Imagen en forma de tridente de color dorado que figura sobre el fondo azul del escudo de Ukrania.

Texto: Alonso de Molina


Comentario. Javier Amable

Monólogo interno en que el protagonista reflexiona sobre su propia existencia y experiencias. Describe su rutina diaria de pasear cerca del río Dniéper y observar a la gente en un lugar conmemorativo de la guerra. A medida que interactúa con un joven y dos mujeres, se adentra en reflexiones sobre la vida, la memoria, la guerra y la búsqueda de la felicidad.

El texto aborda temas como la memoria, la identidad, la guerra y la insatisfacción personal. El personaje se siente olvidado y atrapado en un ciclo mental sin salida. Observa a las personas alrededor suyo, cuestionando la validez de los años vividos y la importancia de las relaciones humanas. Las descripciones de los personajes y las acciones son detalladas, aunque también se encuentran momentos de desinhibición y lujuria.

El relato culmina con la aparición de una patrulla militar y el protagonista identificándose con un número, aludiendo a su participación en la guerra y el sentimiento de deshumanización que esta conlleva.

La narración puede resultar intrigante para algunos lectores debido a varios aspectos del relato. En primer lugar, el protagonista es un personaje enigmático que no revela completamente su identidad ni sus circunstancias. Su estado mental y emocional no están claramente definidos, lo que puede generar curiosidad en los lectores sobre quién es y qué lo ha llevado a ese estado de sentirse olvidado.

Por otro lado, el relato presenta una serie de reflexiones filosóficas y existenciales que pueden plantear preguntas y provocar distintas interpretaciones. Temas como la memoria, la guerra, la búsqueda de la felicidad y la naturaleza humana se entrelazan en el monólogo del personaje, lo que puede generar discusión y suscitar el debate entre los lectores.

La ambigüedad en ciertos pasajes y las acciones inesperadas de los personajes también pueden generar intriga.


LO CONTRARIO DE LA GUERRA (DESTRUCCIÓN) ES POESÍA (CREACIÓN)

#нетвойне #Noalaguerra #Poesía #Paz





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martes, diciembre 21, 2021

INVIERNO 2021. Hoy martes 21 de diciembre da comienzo el solsticio de invierno


Niños jugando en Tinerhir, este de Marruecos, al pie del Atlas

INVIERNO 2021
Hoy martes 21 de diciembre da comienzo el solsticio de invierno, concretamente a las 15:59 UTC; quiero decir que a las 4 de la tarde hora de España peninsular, llega oficialmente el invierno con toda la contienda de mantas, abrigos, gorros de lana, guantes, té caliente… que nos engendra el frío y el paisaje lunar con sus sombras como una marca de agua que se cuelga del cielo y nos obliga a acomodarnos a este silencio oscuro que va envolviendo los días mientras impávido el glaciar se cuela cada noche por todas las rendijas y dan miedo los pies desnudos, los huesos siempre fríos. El frío es algo que va creciendo hasta llegar al sudor, eso que llaman sudor frío y que imprudente se mete en los huesos como un puñal, como el tácito relámpago de una emoción descolorida. El frío crea dependencia entre las manos, por eso las juntamos una con otra, o con las manos de unas o de otras o de unos o de otros. El frío nos hace tiritar y casi adivinar el color del mármol, pero el sabor es acre y corrosivo como la dentellada en una cicatriz mal curada; el frío a veces es vocacional, como el de un animal que restriega su hocico con la urgencia de una ventisca en la madrugada. Pero el corazón aguanta y el cerebro, como una amapola desubicada, duerme más, con la nariz, las orejas y los pies llenos de oscuridad, la infinita distancia de una luna en silencio.
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Imagen: niños jugando en Tinerhir, este de Marruecos, al pie del Atlas.



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