De tus pies no abdico
En tu alma cuanta sal se pregona;
quien no desearía traspasar tus manos
de este a oeste,
brillar en la memoria de tus valles.
En tu sur. En tu norte.
¿Qué horas, qué tiempos,
qué estatuas caerán del calendario si tus manos callan?
¿Qué laureles no abrazarán tu frente
si las noches desvisten de embriaguez
las cumbres que te habitan?
Y yo postrado,
siendo rey de tu alma,
no me aparto del cielo,
de la tierra,
de tus pies,
no abdico.
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Tuyo en la poesía,
Alonso de Molina