sábado, marzo 19, 2022

EL HOMBRE OLVIDADO



Yo soy el hombre olvidado. Suelo pasear cada tarde cercano al curso de río Dniéper. Acostumbro a caminar desde la Estatua de Berehynia, en la concurrida Plaza de la Independencia, hasta la Estatua de la Madre Patria, no sin al paso, echar un rato de acomodo saboreando un café bien cargado en un sugerente café-librería cercano al Monasterio de las Cuevas; y no sé por qué razón eludo acercarme a la rivera a contemplar las aguas.

Mi cabeza es un círculo vicioso, un entramado mental que no logra encontrar la salida para escapar de este frío mármol que me enquista. Es cierto, mi memoria a veces me abandona llevo un número grabado en el brazo izquierdo, justo debajo del tryzub tatuado, eso me recuerda quien soy.

Las tardes de primavera como esta que ahora comienza es normal ver el deambular de la gente, los niños corriendo tal como su condición de niño les dicta; los padres sentados leyendo o charlando entre ellos, pero sin quitar un ojo de encima a la chiquillería. Apoyada en uno de los carros de combate expuestos en la extensa explanada que da acceso al Museo de la Gran Guerra Patria, una muchacha, demasiado flaca a mi parecer, jugueteaba aburridamente con su rubia melena, enroscándose y desenroscándose el flequillo alrededor del índice y medio de la mano derecha; muy cerca, animados grupos de gente y en especial un chico bien parecido que se la estaba comiendo con los ojos. En esa controversia, en este emblemático lugar donde se representa y rememora el pasado violento de la raza humana y, en buena fe, se honra la memoria de los miles de víctimas, como husmeando desde alguno de mis muchos abismos, yo me preguntaba si de verdad han valido la pena los años vividos.

La flaca muchacha ahora está acompañada por otra muchacha, algo mayor que ella y no tan flacucha. El chico bonito se me acercó a que le invitara a un cigarrillo. A estas alturas de la tarde no viene mal una charla con algún desconocido. Dando una calada al cigarrillo que había encendido segundos antes de que el chico bonito se me aproximara, sin dejar de mirarle le pregunté: ¿qué tal las chicas, son amigas tuyas? Respondió, al acabar una larga exhalación llena de humo, que no las conocía; vi cómo mirabas a la flacucha, argumenté. Es una forma de empezar a conocerla, dijo, mirarla y hacerle ver que la estoy mirando.

Sonrió y me echó amigablemente el brazo por encima del hombro. Yo me dejé hacer y nos encaminamos a conversar con las chicas que seguían apoyadas en el mismo carro de combate. El chico bonito, exhibiendo su mejor sonrisa y cierta maestría en romper el hielo, sin más preámbulo y mirándolas directamente, espetó a ambas mujeres: vemos que habéis conectado bien con los tanques; ¿y las relaciones humanas? ¿qué tal las lleváis? Ellas rieron nerviosas, y yo mismo, mirándolas a la cara, me aventuré a decir, ¿qué tal si conectamos delante de una buena cerveza? Creo que mis palabras, tal vez el enunciado “cerveza” obró el milagro. Ambas mujeres se apartaron del artefacto bélico y tomándonos a cada uno de un brazo empezamos a caminar en silencio alejándonos de la gran plaza y por ende de la monumental escultura bélica.

Ni siquiera la luna resplandece como tu sonrisa, insinúo, cerveza en mano, sin dejar de mirar fijamente a los ojos de la amiga de la flacucha. Estuve en la guerra, afirma ella manteniéndome la mirada. ¿Qué tal un poco de hachís para desinhibirnos? propone el chico bonito; estupendo, largó dando saltitos la flacucha con manifiesta avidez. Yo también estuve en la guerra, respondo a la amiga de la flacucha, porfiando con indisimulada lujuria y poniendo en su mano mi mechero para que hiciera arder el hachís.

No habíamos aprendido nada en la vida, no sabíamos fórmulas para crear vida, ni respetar las leyes de la naturaleza; menos aun las que ponen orden y paz en el universo. No sabíamos nada y todo nos importaba un comino. En la niñez todo es un cuento feliz donde nos avivan a formarnos, a esforzarnos, a tener proyectos y plantearnos qué hacer para ser útil a nuestra sociedad, pero nadie nos explica qué hacer para ser felices toda la vida.

Cierto, la vida es un teorema difícil de resolver, somos memoria y olvido incapaces de aprender de las experiencias, nadie nos ha preparado para entender ni afrontar la vida con garantías de éxito. Todo lo que ven mis ojos cada tarde en mis paseos, son remembranzas de batallas, de guerras, de supremacías del hombre sobre el hombre; la avidez del hombre por controlar al hombre, por controlar las situaciones y por imponerse a la naturaleza de las cosas no tiene límites; es parte de la sinrazón en que vivimos, de nuestra imperfección. Estamos rodeados de falsedades e hipocresía, cómo entender la guerra, cómo entender la supremacía de unos sobre otros, cómo entender el mal, la falsedad. Para comprender la verdad es necesario interpretar más allá de las palabras que se leen o se oyen.

Abramos nuestra mente, vivamos el momento presente, persistí incapaz de contener mis lujuriosos deseos; le hubiera hecho el amor a la vista de todos a la amiga de la flacucha, cuando todos los ojos se posaron en los míos. En ese instante perdí su rostro, en la vidriera tampoco se reflejaba el mío; un atisbo de desnudez colmó el angosto espacio que compartíamos.

Al salir del bar nos topamos con una patrulla militar en su ronda diaria. Firmes y ceremoniosos van refiriendo nombres y la correspondiente numeración tal como figura en la placa de mármol expuesta en el museo. Yo no puedo contener mi emoción al escuchar el número 11600, a la vez que miro en mi brazo el número tatuado debajo del tryzub*.

Y la guerra, la guerra, que es lo que más se rememora, nos convierte en nadie. Sólo muertos tirados en las calles y un número total en el recuento.

 *Imagen en forma de tridente de color dorado que figura sobre el fondo azul del escudo de Ukrania.

Texto: Alonso de Molina


Comentario. Javier Amable

Monólogo interno en que el protagonista reflexiona sobre su propia existencia y experiencias. Describe su rutina diaria de pasear cerca del río Dniéper y observar a la gente en un lugar conmemorativo de la guerra. A medida que interactúa con un joven y dos mujeres, se adentra en reflexiones sobre la vida, la memoria, la guerra y la búsqueda de la felicidad.

El texto aborda temas como la memoria, la identidad, la guerra y la insatisfacción personal. El personaje se siente olvidado y atrapado en un ciclo mental sin salida. Observa a las personas alrededor suyo, cuestionando la validez de los años vividos y la importancia de las relaciones humanas. Las descripciones de los personajes y las acciones son detalladas, aunque también se encuentran momentos de desinhibición y lujuria.

El relato culmina con la aparición de una patrulla militar y el protagonista identificándose con un número, aludiendo a su participación en la guerra y el sentimiento de deshumanización que esta conlleva.

La narración puede resultar intrigante para algunos lectores debido a varios aspectos del relato. En primer lugar, el protagonista es un personaje enigmático que no revela completamente su identidad ni sus circunstancias. Su estado mental y emocional no están claramente definidos, lo que puede generar curiosidad en los lectores sobre quién es y qué lo ha llevado a ese estado de sentirse olvidado.

Por otro lado, el relato presenta una serie de reflexiones filosóficas y existenciales que pueden plantear preguntas y provocar distintas interpretaciones. Temas como la memoria, la guerra, la búsqueda de la felicidad y la naturaleza humana se entrelazan en el monólogo del personaje, lo que puede generar discusión y suscitar el debate entre los lectores.

La ambigüedad en ciertos pasajes y las acciones inesperadas de los personajes también pueden generar intriga.


LO CONTRARIO DE LA GUERRA (DESTRUCCIÓN) ES POESÍA (CREACIÓN)

#нетвойне #Noalaguerra #Poesía #Paz





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miércoles, marzo 02, 2022

QUARKS Y OTRAS PARTÍCULAS

 


 
Hablas
de la razón sin tiempo
como si la existencia se escribiera
solo con partículas de arena;
pero existen otros elementos
además del aire, agua, tierra y fuego;

existimos porque átomos y espacios
dan sentido a la dulzura; al color, al aroma.


No necesito yo,
para vivir,
más explicaciones.

¿Acaso he preguntado
de qué está hecho el mundo?

Si acaso,
alguna vez, bajo la lluvia,
he llegado a preguntarme:

¿Es cierto que la eternidad es eterna?



(Textos rescatados del 2004. 27/10/04)


Imagen: Gerd Altmann
 
 
 
 


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domingo, febrero 27, 2022

Huele a copa a punto de quebrase. La única manera de vencer en una guerra es evitándola




La única manera de vencer
en una guerra es evitándola.
George C. Marshall


Me observo, aún soldado, con el arma en las manos. Es un gesto confuso el que expongo. El semblante que muestro parece aceptación resignada. ¡Ay, si me viera el gran Musashi, qué vergüenza encubrir mis hormonas con estrés!

En cambio el gesto corporal, el asir de manos, es de “si hay que luchar se lucha”. Pero para luchar hay que tener motivos, o al menos un motivo tan valioso como la vida propia o la de los tuyos.

Se trata de una imagen trasnochada en el tiempo; esta foto, encontrada revolviendo cajones, se me antoja una noche sin estrellas ni música; no digo triste, digo que no levanta el ánimo, faltan luciérnagas saliendo del corazón y sobran juramentos que te impiden volar sobre “la deseable dignidad de haber muerto” -que diría Borges- por una patria que te impone a ese dios recreado en las armas.

No es que huela a guerra, la guerra es siempre con nosotros mismos, huele a duda, huele a rama quebrada, huele a un caminar por un desierto desahuciado; huele a vidrio, a copa a punto de quebrase, huele a gente con la patria tatuada, huele a patria con gente abandonada.


#нетвойне #Noalaguerra
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jueves, febrero 24, 2022

#нетвойне #Noalaguerra La destrucción como hazaña



#нетвойне #No a la guerra

La destrucción como hazaña; todo el mérito es suyo, Putin, alardea que las fuerzas armadas rusas, en el día de hoy, han alcanzado con "éxito" las metas codiciadas; que han derribado aviones, helicópteros y destruido más de ochenta infraestructuras terrestres. Y lo dice sin pudor, sin resquemor ni vergüenza alguna. En cambio el pueblo ruso ha inundado las calles y las redes sociales con un rotundo hashtag #нетвойне #No a la guerra.


Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.

Tristes, tristes.

 

Miguel Hernández Cancionero y romancero de ausencias.

 



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sábado, febrero 12, 2022

INSTRUCCIONES PARA REIR EN ÉPOCA DE CRISIS



Tras 10  o 12 años vuelvo a colocar este poema, porque parece que las cosas en Europa, tal vez por nuestras debilidades como europeos, llevan mal camino, se están manejando en provecho de otros, debilidades y defectos institucionales que no logran poner a las personas, a las PERSONAS, en el centro de todas las políticas, en cambio sí se ponen a las personas como carne de cañón para la guerra y ahí seguimos, sin aprender; os invito a reír, eso es honor y no la guerra.

Hoy solo soy un gruñido con un pecho esmaltado. Un loco confundido que se arranca los botones fingiendo que no es nadie y que a nadie pertenecen los sueños no alcanzados. Pero la risa, como el llanto, es contagiosa, y mientras miro los geranios en los balcones, caigo en la cuenta de reírme de todo y hacerme reverencias a cada paso balanceando mi torso hacia adelante e inclinando la cabeza hacia mi ombligo. De esta guisa, mis manos se recrean en evasivas, poniendo excusas a los pies para caminar despacio, slow people, me digo, slow people reafirmo, convencido de que el que ríe el último no ríe mejor, ríe menos o quizá ya no ría nunca más a causada un atracón de rigurosa intransigencia.

Reír se me antoja una máscara veneciana para ocultar la tristeza y ser a ratos un polichinela filosófico y burlesco, soñador a veces y acaso aventurero lleno de dilemas. Así entre latidos y espasmos me provoco la risa, una risa de gato malcriado que se relame el hocico ante una araña atrapada en su propio tejido, pero busco la risa activamente para apuntalar los complejos y avivar esa chispa inflamable que es la vida.

No hay función más sana que reír, reír y ser, que sin ser no es posible la risa, ni es posible madrugar ni sacar la lengua ni apretar las manos ni abrazar con fuerza. Me río sentado y me río en horizontal, y me río de pie para frenar mi indiferencia, me río de cualquier guisa mientras escribo estas letras con todas las instrucciones necesarias para reír, reír con pausa, reír con vehemencia, reír con afán, reír solo, reír en compañía, reír entre tambores o con trinos de jilguero, pero reír riendo, reír porque sí, pero sobre todo reír por filosofía para inocular el virus de la risa al mundo como antídoto a la crisis y a la mala uva.

No sé si al ponerme en cuclillas me provoco la risa o las agujetas, pero las horas se funden y un instante ya es pasado o quimera imperfecta y ya está bien de pedir excusas, de sentir miedo y de pedir perdón por las tachas de otros; si bastara un soplo de cordura, si suficiente fuera alcanzar la rebeldía con un simple beso en la espalda del desconcierto, para encontrar la libertad de reír a manos llenas y calzón quitao, que es al fin lo que todos ansiamos.

Hoy que España es una burbuja a punto de reventar, no podemos seguir perdiendo el tren de la risa, reír es dual, difícil pero sencillo, tener en cuenta que para reír a gusto tan solo hay que abrir la boca y coger aire, luego soltar la carcajada y reír a muerte todo el rato.

Hoy es un buen día para colocar incienso en los balcones, hay que dar estabilidad al color y escribir mensajes nuevos en las hojas del trébol para decirle al mundo que la risa es universal, que la sonrisa es nuestra y la risa es de todos.





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