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domingo, noviembre 30, 2025

VERSIONES: Un texto poético en tres versiones



versión 1- 74 versos

No quisiera que llueva en esta ciudad
su nombre no reconoce la lluvia
no sabe nada de calles mojadas
ni chapoteos anónimos
el agua le sienta mal a mi cabeza
y mi pelo ya no está para estas faenas

los ojos de la lluvia miran muy de frente
como si quisieran saber tu vida
en qué orillas te aletargas
dónde navegan tus ojos
con la mirada inquieta

alguna vez -troté algún charco- sí
fue un juego donde todo consistía
en mojarse los pies y los zapatos nuevos
no es que estuviera muy dispuesto -no-
pero había que aparentar osadía

es cosa de tontos, repito,
caminar por las calles
y ver solo espejos en el suelo
espejos aún mojados donde poder mirarte
e incluso abrazar tu sombra

no, no es que me sienta vacío
en los días de lluvia
es sólo indiferencia y algo de desdén
nada en la vida es tan simple como la lluvia
es como una rebelión del cielo
una imprudente rebelión a veces
la gente enmudece si el cielo es imprudente

pero yo he venido aquí
a decir que la amo
que no existe en mi memoria otro amor
al que hoy pueda amar

podría gritar
el amor es como un golpe,
un balazo, una caída en vuelo libre
o no tan libre,
pero caída grave en todos los casos

y bueno, alguna vez
estuve desnudo recorriendo
la arena de las playas
no tuve más abrazo que su memoria
en mi cabeza ni más paisaje
que sus ojos y su talle

así es la atmósfera cuando los días se declinan
y el amor se distrae en otras cosas menores

a veces, sí, uno es distraído
por qué decir otra cosa!
pero el tiempo no deja de volar
y mis pies desnudos
no dejan huella en su mirada
los labios se pierden en paisajes sin sus ojos

es extraño no soñar que la amas
caminar entre sombras ayuda a soportar el calor
pero recordar sus estallidos
-sus lúbricos estallidos-
es un pronunciar de piernas y ruidos
es un regalo a un cuerpo y a un corazón a veces mudo
un viento innecesario que abre heridas
yertos dedos de manos bajo el frío

pero busco el calor, sus dedos y sus ojos
y solo salen poemas que no valen nada
solo sale alguna flor desecada
estrangulada entre sus dedos

la calle ha recortado el aire
no hay caminos que salven el desastre
las palabras enferman y no hablan
la noche, como el día, son cómplices del silencio
impronunciable la palabra amor
impronunciable los sonidos del agua
impronunciable el reflejo en los espejos

tal vez un orgasmo imposible
una lectura ciega sin puntos ni comas
un grito sin haber penetrado
una sábana inquieta pero muda.

---------------------------

versión 2- (91 versos)

No quisiera que llueva en esta ciudad
su nombre no reconoce la lluvia
no sabe ni de calles mojadas
ni de anónimos chapoteos
el agua no le sienta bien a mi cabeza
y mi pelo ya no está para estas fatigas 

los ojos de la lluvia -buscan la semilla-
te miran muy de frente
como si quisieran saber toda tu vida
flaquezas y virtudes
qué orillas te aletargan
qué navegan tus ojos
con la mirada inquieta

claro tú te conmueves
regalas un suspiro
que va a parar al viento
y te esculpes en sombras
y dices que no estás
que ya te fuiste
repleto de distancias
y carente de besos

alguna vez -salté algún charco- sí
fue un juego donde todo consistía
en mojarse los pies y los zapatos nuevos
no es que estuviera muy dispuesto -no-
pero había que aparentar osadía
me repito que es cosa de tontos
caminar por las calles
y ver solo espejos en el suelo
espejos aún mojados donde poder mirarte
y abrazado de sombras
sentir el lado oscuro

pero no, no es que me sienta vacío
en los días de lluvia
es sólo indiferencia y un poco de desdén
nada en la vida es tan simple como la lluvia
es como una rebelión del cielo
una imprudente rebelión a veces
la gente enmudece si el cielo es imprudente

pero yo he venido aquí
a decir que la amo
que no existe otro amor en mi memoria
al que hoy pueda amar

podría gritar -gritarme-
el amor es un golpe,
un balazo, sí, una caída
en vuelo libre o no tan libre,
pero caída grave en todos los casos

y, sí, alguna vez
estuve desnudo recorriendo
la arena de las playas
no tuve más abrazos
que su memoria en mi cabeza
ni más paisajes que sus ojos y talle

así es la atmósfera
cuando los días con ella declinan
y el amor se distrae
en otras cosas menores

a veces, sí, uno es distraído
por qué decir otra cosa!
pero el tiempo no deja de volar
y mis pies desnudos
no dejan huella en su mirada
los labios se pierden
en paisajes sin sus ojos

es extraño no soñar que la amas
caminar entre sombras
ayuda a soportar el calor
pero recordar sus estallidos
-sus lúbricos estallidos-
es un pronunciar de piernas y ruidos
es un regalo a un cuerpo
y a un corazón a veces mudo
un viento innecesario que abre heridas
yertos dedos de manos bajo el frío

pero busco el calor, sus dedos y sus ojos
y solo salen poemas que no valen nada
solo sale alguna flor desecada
estrangulada entre sus dedos

la calle ha recortado el aire
no hay caminos que salven el desastre
las palabras enferman y no hablan
la noche, como el día,
cómplices del silencio
impronunciable la palabra amor
impronunciable los sonidos del agua
impronunciables los reflejo en los espejos

tal vez algún orgasmo imposible
o una lectura ciega sin puntos ni comas
o un grito sin haber penetrado
o una sábana inquieta pero muda.

--------------------------

Versión 3 (71 versos)

No quisiera que llueva en esta ciudad,
su nombre no reconoce la lluvia,
no sabe de calles mojadas
ni de chapoteos anónimos.
El agua no le sienta bien a mi cabeza
y mi pelo ya no está para estas fatigas.
Los ojos de la lluvia -buscan la semilla-,
te miran muy de frente,
como si quisieran saber tu vida,
qué orillas te aletargan,
qué navegan tus ojos
con la mirada inquieta.
Alguna vez -salté algún charco- sí,
fue un juego donde todo consistía
en mojarse los pies y los zapatos nuevos.
No es que estuviera muy dispuesto -no-,
pero había que aparentar osadía.
Y me repito: es cosa de tontos
caminar por las calles
y ver solo espejos en el suelo,
espejos mojados donde poder mirarte,
abrazar tu sombra, sentir el lado oscuro.
No, no es que me sienta vacío
en los días de lluvia,
es sólo indiferencia y un poco de desdén.
Nada en la vida es tan simple como la lluvia:
una rebelión del cielo,
una imprudente rebelión a veces.
La gente enmudece si el cielo es impruden-te.
Pero yo he venido aquí
a decir que la amo,
que no existe otro amor en mi memoria
al que hoy pueda amar.
Podría gritar -gritarme-:
el amor es un golpe,
un balazo, una caída en vuelo libre,
o no tan libre,
pero caída grave en todos los casos.
Alguna vez estuve desnudo
recorriendo la arena de las playas.
No tuve más abrazos que su memoria,
ni más paisajes que sus ojos y su talle.
Así declinan los días con ella,
y el amor se distrae en cosas menores.
A veces, sí, uno es distraído,
pero el tiempo no deja de volar,
y mis pies desnudos
no dejan huella en su mirada.
Los labios se pierden
en paisajes sin sus ojos.
Es extraño no soñar que la amas.
Caminar entre sombras ayuda a soportar el calor,
pero recordar sus estallidos -sus lúbricos estallidos-
es un pronunciar de piernas y ruidos,
un regalo a un cuerpo y a un corazón mu-do,
un viento innecesario que abre heridas,
yertos dedos de manos bajo el frío.
Busco el calor, sus dedos y sus ojos,
y solo salen poemas que no valen nada,
flores desecadas estranguladas entre sus dedos.
La calle ha recortado el aire,
no hay caminos que salven el desastre.
Las palabras enferman y no hablan,
la noche y el día, cómplices del silencio.
Impronunciable la palabra amor,
impronunciables los sonidos del agua,
impronunciable el reflejo en los espejos.
Tal vez un orgasmo imposible,
una lectura ciega sin puntos ni comas,
un grito sin haber penetrado,
una sábana inquieta pero muda.
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Tuyo en la poesía,
Alonso de Molina