jueves, diciembre 31, 2020

Un mundo sin muros ni alambradas para 2021. Metafísica de la poesía para un mundo en Paz

 


La esperanza se siembra

sin muros ni alambradas,

pero yo amo la hoguera y sus misterios,

las audaces esferas

donde la luna vuela

y crujen los volcanes

como el viento y la música

 

 Los conflictos armados no terminan ni lamentablemente termirán en 2021, por contra, aumentan los conflictos violentos y la inseguridad que obliga a la gente a matarse entre sí o a migrar. La guerra ha mutado en sus formas, pero en su esencia sigue siendo igual que hace cientos y miles de años. El hombre continúa estando obligado a matar sin saber la mayoría de las veces qué es lo que defiende, siendo mero instrumento de los estados, en ocasiones definidos por intereses políticos y corrupción explícita, la fría patria de la avidez y el desencanto.

Es precioso, como seres humanos, superar las barreras físicas, mentales y espirituales que nos impone la propia existencia, necesitamos PAZ. Un poema no es una arenga ni un discurso político. El poeta es un mensajero, es la voz para despertar conciencias. La poesía es cuestionarse el mundo para sentirse más cerca de la verdad. Y el mundo necesita la profundidad de la poesía como necesita el oxígeno.

 La metafísica de la poesía ejerce una función peculiarmente sensitiva, más susceptible a formular preguntas que a obtener respuestas. Es el germen de la comunicación sensorial donde todos los sentidos entran en juego.

 La purificación emocional, corporal, mental y espiritual; vencer barreras físicas, mentales, espirituales... es el único camino a una creación espontánea, no subordinada a referencias, que nos acerque a la divinidad y a la pureza, porque somos puros y divinos sólo por haber nacido y ni la ley del karma ni la maldición bíblica del pecado original debe mellar nuestra conciencia creadora. La poesía es un mantra donde ritmo y melodía facilitan la aceptación de un lenguaje sutil y directo a la metafísica de los sentidos. Nosotros somos la causa y el efecto, estamos limpios, no sabemos nada, tenemos todas las dudas por resolver, por tanto, todo está esperando a ser creado por nosotros.

 Hemos abusado de la guerra y de las armas. Somos humanos, imperfectos. Venimos acumulando más llanto que risa en la historia de la humanidad; por tanto, para reír y ser felices, necesitamos perseverar en cuanto a flexibilidad y concesiones mutuas en todos los ámbitos de la vida. Nada justifica la violencia, pero, lamentablemente, la injusticia y la desigualdad generan violencia. Violencia que se viene ejerciendo de mil maneras diferentes y en muchísimas ocasiones de manera legal. Lo legal muchas veces es dañino y peligroso. Decía Gandhi que la justicia necesita ser transformada, no meramente controlada. Y no olvidemos, no olvidemos, que todo lo que hizo Hitler, era legal.

 

así es como yo veo el mundo

             tronando los tambores

con la callada voz de la locura.

 

De un humano cualquiera






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Tuyo en la poesía
Alonso de Molina