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domingo, abril 18, 2021

Senderismo Poético. Alonso de Molina. Isleta del Moro – Cala de los Toros – Mirador de las Amatistas.








Continuamos con nuestro Trekking Poético tal como se detalla en el libro La Posesión del Ágata, recorrido poético por el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar.

La Isleta del Moro Arráez, pequeña pedanía de pescadores de apenas 200 habitantes, pertenece al municipio de Níjar y está situada en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, frecuentemente visitada en la antigüedad por árabes y piratas berberiscos en busca de tesoros.

En el siglo XIX, fue el caudillo berberisco Mohamed Arráez quien le otorgó su nombre al lugar: La Isleta del Moro Arráez. Dejamos aparcado el vehículo en la zona dispuesta como parking situado a la izquierda justo antes de entrar a la población, se trata de la explanada de la Playa del Peñón blanco, habilitada para esta finalidad.

El propósito es realizar un recorrido circular sin pisar el asfalto de la Ctra. AL-4200 por el entorno natural partiendo de la Isleta del Moro, continuar hasta la Cala de los Toros y seguidamente alcanzar el Mirador de las Amatistas y regresar a La Isleta. Apenas un trazado de poco más de 2 km, (cinco entre ida y vuelta) pero lleno de contrastes y matices por la singularidad del entorno subdesértico, pleno de riqueza paisajística y plenitud de flora y fauna como muestra de persistencia vital y obstinada que conforman un idílico oasis con diversa y acogedora vegetación: pinos, palmeras, algarrobos… y en contraste de los breves pero empinados promontorios que parten de la orilla del mar: “abismo y resplandor y azar y vientoque diría Borges, tal que algo impactante y bello como es el mar, poesía en estado natural, me atrevería a señalar.

Dejamos atrás La Isleta y nos dirigimos a la Cala de los Toros. incursionamos siguiendo un trazado natural donde se observan algunos mojones antiguos que en algunos tramos coinciden con señalización no oficial a modo de sendero y en tramos más altos, orientados a la cumbre, simplemente con señalización de hitos de piedra, tal como se suele hacer en montañismo.

Una vez remontados los idílicos parajes del cauce de la Cala de los Toros, para alcanzar el Mirador de las Amatistas sin pisar asfalto, es preciso caminar unos 500 metros por estrechas trochas (quizá no aptas para personas con vértigo) en pendiente, longitudinales y escalonadas que contornean la carretera AL-4200  y que nos conducirán exactamente al puesto de información y de allí, a unos 100 metros, el Mirador de las Amatistas, idílico balcón al mar que domina este espacio volcánico y agreste, con espectaculares vistas a los acantilados, a sus aguas transparentes aturquesadas y el horizonte como un reclamo entre la natural, lo agreste, lo salvaje y, como no, lo poético; y emulando a Benedetti: el mar no se avergüenza de sus náufragos / carece totalmente de conciencia / y sin embargo atrae tienta llama / lame los territorios del suicida / y cuenta historias de final oscuro. En esta ocasión, sin pretensión de contrariar al maestro Benedetti, tanto el inicio como el final de este senderismo poético, fue brillante, pues al regreso, tras la lectura poética al filo del acantilado: nuestros pies dejaban en sus huellas el fuego, / las llamas misteriosas de un dios fosforescente. Oh, Neruda.

 

Pero así es mi cuna, es la casa que construyó la luna por manos de mi abuelo.

 

No había pobreza ni silencio, alguna argucia tal vez sí, había que engañar al hambre y al frío, hacer balance con la inopia y la carencia, navegar en la tierra y arrancarle al mar los peces y al cielo su clemencia.

 

Tomar del alba el fósforo y la mano de niña de mi madre, con sus tintes sardónicos dormitando a la sombra de una constelación de cosmos, fueron, sí, nueve astros durmientes aguardando galaxias venideras en años.

 

Desde el amanecer al ángelus, el viento va entintando la orilla y los caminos.

 

 

La Posesión del Ágata (fragmento)




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jueves, abril 01, 2021

SENDERISMO POÉTICO. Pequeño poema infinito

 







 

Sendero Árbol del Infortunio. Desierto de Tabernas. Almería

1 abril 2021 (Jueves Santo)

 

Único desierto de Europa

A unos 30 km al norte de Almería capital, entre las Sierras de los Filabres y Sierra Alhamilla, nos encontramos con el único desierto de Europa. Su extensión de 280km2 abarca los términos municipales: Tabernas, Gádor, Santa Cruz de Marchena, Alboloduy y Gérgal. Es un espacio natural protegido.

 

"Tesoro de la Cultura Cinematográfica Europea"

Desde los años 60 el Desierto de Tabernas ha sido escenario de cientos de películas y miles de rodajes cinematográficos.

Por sus polvorientos y áridos parajes han pasado algunos de los más prestigiosos actores y directores del mundo del cine, como Steven Spielberg, Sergio Leone, Clint Eastwood, Sean Connery, Harrison Ford, Arnold Schwarzenegger, Sofía Loren, entre otros destacados actores.

El pasado año 2020 la Academia de Cine Europeo otorgó al Desierto de Tabernas y de manera unánime la distinción de "Tesoro de la Cultura Cinematográfica Europea". ​

Caminamos en ruta circular 12 km acompañados de clima primaveral y algunas pequeñas rachas de aire que en los últimos tramos del recorrido se agradecieron. Con predominio de ocres en contraste con el celeste de un cielo despejado y los abundantes regueros blancos de sal procedente del manantial salino que recorre todo el cauce de la rambla; hemos recorrido las mismas ramblas y cañones, parajes erosionados, desnudos espacios, en suma, llenos de luz que en su día fueron recorridos por figuras como Indiana Jones o Conan el Bárbaro entre otros grandes personajes de la cinematografía mundial.

En un amplio paraje, destaca el conocido como El Árbol del Infortunio, persiste con su cuerda de ahorcado oscilando en el aire, dotando al lugar de una sobriedad y recogimiento propio del que abre una puerta y se adentra a un lugar de culto y se topa de lleno con el enigma del pasado. Tal vez un espacio que desprende energía procedente de las vibraciones y movimientos del centro de la tierra, vías de canalización espiritual que recubren nuestro planeta, energía telúrica.
 
Hay vida, mucha vida, en el Desierto de Tabernas. Y ante la perspectiva del árbol del infortunio, sólo se nos ocurrió recitar el poema de García Lorca Pequeño poema infinito.


Equivocar el camino
es llegar a la nieve
y llegar a la nieve
es pacer durante veinte siglos las hierbas de los cementerios.

Equivocar el camino
es llegar a la mujer,
la mujer que no teme la luz,
la mujer que no teme a los gallos
y los gallos que no saben cantar sobre la nieve.

Pero si la nieve se equivoca de corazón
puede llegar el viento Austro
y como el aire no hace caso de los gemidos
tendremos que pacer otra vez las hierbas de los cementerios.

Yo vi dos dolorosas espigas de cera
que enterraban un paisaje de volcanes
y vi dos niños locos que empujaban llorando las pupilas de un asesino.

Pero el dos no ha sido nunca un número
porque es una angustia y su sombra,
porque es la guitarra donde el amor se desespera,
porque es la demostración de otro infinito que no es suyo
y es las murallas del muerto
y el castigo de la nueva resurrección sin finales.
Los muertos odian el número dos,
pero el número dos adormece a las mujeres
y como la mujer teme la luz
la luz tiembla delante de los gallos
y los gallos sólo saben votar sobre la nieve
tendremos que pacer sin descanso las hierbas de los cementerios.




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