Hoy recordamos al poeta y dramaturgo Miguel Hernández, una de las principales voces de la poesía española del pasado siglo. A pesar de su corta vida, dejó un legado poético que sigue resonando en el corazón de los lectores. Miguel Hernández, a pesar de las dificultades y la tragedia que marcó su vida, nos regaló una poesía intensa y llena de pasión. Su poesía sigue iluminando el camino y nos muestra la belleza, la verdad y la esperanza en el ser humano.
Especial Miguel Hernández
en el 82 aniversario de su muerte
Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la
oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor.
Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua
se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel
la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de
tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia
dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el
hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y
siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio,
enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de
recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria
terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!
Pablo Neruda
Hoy 28 de marzo, se cumple el 82 aniversario de la muerte del poeta
Miguel Hernández en la cárcel franquista de Alicante.
Miguel Hernández Gilabert nació un 30 de octubre de 1910 en
Orihuela, en el lecho de una familia humilde en la que la necesidad laboral
apenas dejaba tiempo para la educación. Pero eso no impidió a Miguel
desarrollar un exquisito gusto por la poesía clásica española.
Un fatídico día 28 de marzo, Miguel Hernández fallecería, se le dejó morir
sin miramientos, sin más atenciones que su propia suerte, a la edad de treinta
y dos años en Alicante. Corría el año 1942, y España se quedaba sin uno de los
mejores dramaturgos de su historia.
Desde jovencito, Miguel mostró no sólo una insaciable pasión por la poesía
clásica, sino también una sensibilidad especial para ser él mismo quien la compusiera.
Pronto empieza a formar parte de la tertulia literaria de Orihuela, donde
conoce a Ramón Sijé, de quien se haría gran amigo.
A partir de 1930, a la edad de veinte años, empieza a publicar poemas
cortos en revistas como El pueblo de
Orihuela o El Día de Alicante.
Animado por cierto reconocimiento provinciano, viaja a Madrid lleno de
ilusiones el 31 de diciembre. Pero en Madrid supo Miguel Hernández lo que es pasar hambre, recorría
las calles de la capital de España con una carpeta bajo el brazo en busca de un
editor que le diera una oportunidad; al no poder conseguir un empleo regresa a Orihuela el 16 de mayo de 1932; no
obstante esa primera tentativa en la capital de España le vale a Miguel para
conocer a poetas de la Generación del 27 y tomar experiencia para su primer
libro que publica en 1933: “Perito en lunas”. Ese mismo año regresa nuevamente
a Madrid con nuevos bríos y traba amistad con Vicente
Aleixandre
que a su vez le ayuda a introducirise en el mundo literario, y tiene la
oportunidad de conocer a Pablo Neruda quien de alguna manera encauza su
ideología política hacia el comunismo.
Establecido en Madrid, con continuas colaboraciones en distintas revistas,
Miguel Hernández encuentra tiempo para escribir varias obras, entre las que
destacan El silbo vulnerable, Imagen de tu huella y El rayo que no cesa.
Conmueve
saber que García Lorca no solo no sintiera simpatía por el poco refinado poeta
de Orihuela, sino que tampoco sentía simpatía por la obra de Hernández. No obstante encontró mejor acogida en el
pintor Benjamín
Palencia y de manera especial en la pintora surrealista Maruja Mallo (de
quien se dice que fue amante) y en María Zambrano, filósofa y ensayista española. Etiquetaron a Hernández como un
poeta cabrero, autodidacta y pobre, pero ni era autodidacta ni venía de familia
pobre, aunque sí austera, estos extremos los aclara el escritor José Luis
Ferris, autor de “Miguel Hernández:
pasiones, cárcel y muerte de un poeta” en una nueva edición ampliada de la
biografía que escribiera hace 12 años, desmitifica algunos tópicos sobre la
figura de Miguel Hernández y su relación, por la que rompió su relación de
noviazgo con Josefina Manresa, que
finalmente fue esposa y madre de sus dos hijos. “Al conocer a Mallo, -sostiene
José Luis Ferris- Hernández se encuentra con la reivindicación de aquello de lo
que él quería desprenderse: lo rural. El universo de Mallo en su muralismo,
aquellas espigas y aquel mundo marítimo, es el mismo universo de Hernández y es
que un cuadro de Maruja Mallo es un soneto de Hernández”. Mallo es considerada
como artista de la generación del 27 y una artista de la denominada vanguardia
interior española.
Cuando estalla la Guerra Civil, Miguel decide tomar parte activa de la
misma, lo que le obliga a abandonar el país cuando ésta termina. Por desgracia
es descubierto en la frontera con Portugal, donde es detenido y sentenciado a
pena de muerte. Y, aunque su condena fue conmutada por una pena de treinta años
de prisión, jamás llegó a cumplirla, ya que la tuberculosis acabó con el poeta
el 28 de marzo de 1942 en una fría prisión de Alicante.
Poemario póstumo
No es uno de los libros más conocidos pero "El hombre acecha"
(1938-1939), es un poemario póstumo de Miguel Hernández. se trata de un libro imprescindible
para entender la angustia vital del poeta presagiando que se avecinaba la derrota republicana. Nos
habla de la brutalidad de la guerra, del desencanto, del hambre, de los heridos
y de los culpables, es un libro donde Miguel demuestra ser un poeta juicioso,
vigoroso, sencillo y asequible al lector medio con expresiones rotundas por
haber vivido directamente el sufrimiento en los frentes de batalla.
Hasta 1979 no se conoció por completo “El hombre acecha”, a causa del
censurado poema “Los hombres viejos”, poema clave de este libro, poema de denuncia ante las viejas
tradiciones, burlas al poder, y recomendaciones de los que eluden la lucha.
Está considerado “El hombre acecha” como una segunda parte de "Viento
del pueblo" (1937), algunos críticos lo han llamado el reverso o el envés
de este poemario al considerar que los dos poemarios forman un “corpus épico”
resultado de su experiencia y de una cosmovisión poética común: la de denunciar
los abusos y funestas consecuencias de la guerra.
Anécdota. El día que fusilaron a Miguel
Hernández
A Miguel Hernández algunos le dieron por muerto y fusilado, tres años antes
de fallecer en Alicante. Quizá fue un error o un malentendido, pero la cuestión
es que algunos intelectuales exiliados a Cuba pensaron que Miguel Hernández
había sido fusilado en Madrid el 20 de julio de 1939, cuando en realidad el
poeta murió en marzo de 1942 en una cárcel de Alicante.
La noticia causó una gran conmoción hasta el extremo de que se organizó un
homenaje y se editó un libro de poemas póstumos del poeta, sin ser póstumos en
realidad. La noticia prematura de su fallecimiento apareció publicada el 6 de
agosto 1939 en la revista Carteles. En ese ejemplar, y firmado por Alejo
Carpentier, venía una información titulada La muerte de Miguel Hernández, en la
que Carpentier escribió que “el gran
poeta campesino español, fue fusilado el jueves 20 [de julio] en Madrid por
sentencia de un consejo de guerra. Delito: haber sido miliciano en la guerra”.
El escritor cubano escribió en aquel artículo que, con las muertes de Hernández
y Federico García Lorca, “perdieron las
letras españolas a sus primeros poetas jóvenes”.
Musicalización de los poemas de Miguel Hernández
Los poemas de
Miguel Hernández ha sido cantados y musicalizados por muchísimos músicos,
cantaores, cantantes… entre los que podemos mencionar a Jarcha en su álbum
Libertad sin ira. El cantaor Enrique Morente que rindió un Homenaje flamenco a Miguel Hernández. Joan
Manuel Serrat que valientemente en 1972
nos sensibilizó a toda una caterva de adolescentes adiestrados por el régimen
de la imperante dictadura franquista. Dos años antes, en el 71, y como
premonición del golpe de estado del fascista Augusto Pinochet contra el
gobierno electo del socialista
Salvador Allende, el cantautor Víctor
Jara musicalizó el poema “El niño yuntero” en su álbum El derecho de vivir en
paz. Así otros muchos cantantes como
Adolfo Celdrán, Poncho, el rapero Nach, el cantaor Miguel Poveda o la joven
cantante Silvia Pérez Cruz con una versión emocionante de la elegía a Ramón
Sijé.
También el cantautor jienense Paco Damas, con la colaboración en el
prólogo del malogrado Juan Gelman, y las
voces de la cantante española Pastora Soler y el mismísimo Luis Eduardo Aute,
reedita en este año 2017 su disco "Tristes Guerras" (2009) con motivo
del 75 aniversario de la muerte del poeta de Orihuela. El título del disco
resume el espíritu de la obra de Miguel Hernández en palabras del cantante:
"Tristes Guerras… Tristes, tristes guerras las que nos acosan día a día.
Las guerras, esas guerras globales y personales que nos invaden y nos arrollan
hacia una encrucijada de tristeza vital. La obra de Miguel Hernández está llena
de luz, de ternura, de amor… Una invitación, 75 años después de su muerte al
diálogo, a la palabra, a la no violencia, a la conciliación entre seres
humanos".
No cesó tu rayo ni tu aliento
Nos das con tu palabra sin barreras
una canción, tan última o primera
que siendo sangre, verso y canto fuera
conciencia de la patria que abanderas.
Nacida para el luto fue la estampa
de coplas y palabras con tu anhelo;
perito en lunas de tan corto vuelo
que caídas tus alas en la trampa,
sin cordura ni juicio en sus inquinas,
te infringieron oprobios sin piedad;
para el pueblo, Miguel, que fuiste viento
al que el hombre acechó con sus espinas
no pudieron robar tu libertad
pues no cesó tu rayo ni tu aliento.
A Miguel Hernández (30-10-1910/28-03-1942) en el centenario de su
nacimiento.
© Alonso De
Molina 2010
Selección de poemas de Miguel Hernández
Vientos del pueblo
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.
Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.
El niño yuntero
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
La boca
Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.
Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.
Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos fúlgidos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.
Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.
Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.
¡Cuánta boca enterrada,
sin boca, desenterramos!
Beso en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.
Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.
He de volverte a besar,
he de volver, hundo, caigo,
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.
Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.
Llegó con tres heridas
Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,