martes, enero 11, 2022

Entiendo que la lluvia siga cayendo indiferente sobre mi cabeza. (Poema para unos días después de mi cumpleaños).


Nací en un mes de enero parecido a este donde el frio bajaba hasta el color de la esperanza, naci puro, supongo, como una almendra fresca que florece en la hierba. Después fui parte del paisaje azul donde el cielo y el mar reafirman sus colores mezclándolos con blancos y suaves calamochas. En aquel tiempo mi espalda soportaba los lunares y mis manos se asían a las tapias para trepar por ellas en busca de cualquier altura.
Pronto mi corazón empezó a sentir hambre, fui hurgando por los filos de la nada mientras el tiempo era un torrente que buscaba mis cejas, y mis ojos brillaban mirando al infinito. Pero no supe ver entonces los cimientos del vértigo. Me crecieron cabellos y apetitos en aquella ciudad de huesos retorcidos donde yo hurgaba el corazón del hombre buscando espejos donde afianzar mi destino, pero yacían los pájaros que inclinaban su aliento confiados en el devenir de los días. Me advirtieron, de buena fe, que no me dejara crecer las alas, que los pies deben caminar en línea recta y que el ADN de mi sangre debería apoyarse en acatamiento y mansedumbre.
Transitados los años, muchos años, creí entender que podría aliviarme añorando el pasado, pero hoy se que el hombre es carne y olvido. Que con alas de cera no se puede cruzar el fuego y que son los espejos los que deben mirar hacia adentro; por eso me consuelo al pensar que en los últimos años por todo oficio busco sentarme frente al fuego, encender unas velas y beberme la savia y la memoria y otra vez renacerme al mundo. El fuego es un oficio honesto, una forma directa de hacerme preguntas sencillas de difícil respuesta: –estoy orgulloso de mi? –qué he aprendido en estos años? –a quien tendría que pedir perdón? –a quién tendría que perdonar yo?
Pero sigo teniendo sed. Y tengo miedo de que el cielo siga enfermo bajando sobre mí y se asfixien las fuentes de luz que pueblan mi cabeza. Ya no se oyen los ecos silbando en la montaña. Ya no se ven los claros de luna allende el horizonte. Ya no descifro más enigmas. Pues algo así como un vendedor de hojas es lo que soy. Tan solo un vendedor con la mirada puesta en las hogueras esperando un incendio antes de urdir la senda que me hará caminar desnudo entre las aguas.
Hoy que la música podría ser cantada en todos los idiomas, caigo en la cuenta de que no soy nada, de que nunca fui nada y de que mucho menos podré llegar a ser nada. En el fondo yo soy la NADA.
Entiendo que la lluvia siga cayendo indiferente sobre mi cabeza.
 
Imagen y texto del autor. 11 enero 2014. Marruecos.
 




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sábado, enero 08, 2022

Desnudo otra vez mis ojos, cerrados a la fe. Poema para un día antes de mi cumpleaños. Oración a la Virgen del Mar (Patrona de Almería)

Virgen del Mar. Patrona de Almería

Desnudo otra vez mis ojos, cerrados a la fe

Poema para un día antes de mi cumpleaños

Oración a la Virgen del Mar (Patrona de Almería)

 

No es que mis ojos huyan tu mirada

y me persigan vanas tus sendas sin mis huellas.

 

Se insinúa mi credo como una convicción

que huye hacia la piedra,

como un desesperado salmo anclado en el misterio.

 

Nunca razón y fe

convocaron la calma del límpido fervor.

 

Las palabras no son oraciones de sal

en la verdad de los instantes

ni pueden las metáforas trepar las alambradas

para culpar a los océanos

del azafrán impúdico del aire

en la incendiada ofrenda del mar y sus arrojos.

Incierto es que la paz

sea el estado natural del hombre;

sobre el dolor dormido

no hay sístoles ni bálsamos

si el corazón reniega de su origen,

de su esencia y sus votos.

 

Como la estrella, el ser humano muere

rompiendo el estallido de la sangre,

la carne y el espíritu olvidan sus premisas

tal que heridos planetas en la raíz del sol.

 

Siendo silencio anónimo

fuimos cavando formas, géneros impasibles

como la masculina ribera de tus playas

o los tercos rompientes de tus costas.

 

Hoy,

un día antes de mi cumpleaños,

debo salir volando a contemplar inmune

una acuarela ilesa de alborotos.

 

Hay sermones y cánticos,

ofrendas y renuncias,

votos y mercachifles.

Con multitudinario fervor

una Esmeralda, consagrada en la mar,

extiende su perfil glorioso sobre la arena.

 

(Y yo tan aturdido sigo que podría creer también en una virgen fea, fea y coja, tartamuda y ciega; una virgen cercana con colonia barata de los bazares chinos; una virgen tan pobre y sin papeles que buscaría esposo para unir su pobreza al aprecio de un hombre que la hiciera feliz, llanamente feliz, con su hipoteca y sus quehaceres, sus macetas y sus retoños, sus risas y sus lágrimas y sus ratos humanos horizontal a un hombre).

 

Frente a la sal y al viento,

el agua estaba fría, como cada enero,

y yo desnudo, otra vez, mis ojos cerrados a la fe.

 

 

 

Del libro: Alládonde empieza la locura: ¿Acaso temes verte por dentro?

ISBN-13: 979-8712511839


Corría la noche del 21 al 22 de diciembre de 1502 cuando ocurre la aparición de la Virgen del Mar en Torre García, Almería, a los ojos del torrero morisco Andrés de Jaén, quien cubría guardia se sintió bendecido por el prodigioso avistamiento. 

 

Este año 2022, tras un 2021 sin romería, el domingo 9 de enero, día de mi cumpleaños, coincide con la romería de la Virgen del Mar a Torre García.
 



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