sábado, marzo 16, 2019

Allá donde empieza la locura. Eludir al búfalo



Eludir al búfalo


Intro al libro de poemas 
Allá  donde empieza la locura


Cómo será el corazón de un loco. Qué cristales o qué dogmas o qué tantas cosas deberán tragar, justificar, explicar, soportar, alzarse o rebelarse.
Qué tambores tendrá que golpear con sus manos de loco para detener los caminos que lo embisten con la intransigencia de un búfalo que se baja del tren sabiendo que ya no le quedan más espacios donde arremeter su pertinacia, su porfía, sus embestidas.
La magia, como la poesía, se maneja por una conversión simbólica de todo el universo.
Olga Orozco (Argentina, 1920).
Pero ojo, cada planeta es un dolo, un desfalco, un timo donde los espejos son izados cada mañana y encumbrados a las ondas celestiales (léase televisión y redes sociales) para ser aplaudidos, izados y amamantados por los que aún no tienen la condición de loco.
Estoy hecha con la misma sustancia del abismo y oficio contra la nada mi caída en las inmóviles tinieblas.
Olga Orozco (Argentina, 1920).
La poesía es un juego que te puede llevar a la sinrazón de la cordura. Podemos abrir abismos sin más norte que esperar al rayo que volteará los ojos hacia la exacta locura de ser poeta. O se está loco o no se está, no valen las medias tintas.
Palmo a palmo, virando de un día a otro fulgor, de una noche a otra sombra, llegas con cada paso a ese lugar al que te remolcaron todas las corrientes.
Olga Orozco (La Pampa, 1920).
Hay un enorme surtido de poetas en las redes sociales, un manojo de locos en potencia que exhiben su belleza, su yo perfecto, y se presentan al mundo, no para mostrar lo que somos o lo que queremos ser, nos presentamos al mundo, para decirles cómo queremos que nos vean.
Es que todavía nos faltan unos hervores, unos puntos de locura.
La belleza no es locura.
Aunque yo esté rodeado por mis errores y mis ruinas.
Ezra Pound (EEUU, 1885).
El poeta que inspiró al fascismo.
Sabemos la facultad que tienen los espejos de cambiar la derecha por la izquierda, de ser capaces de identificar el alma de las personas, e incluso, de hacer que te quedes atrapado en esa doble imagen donde puedes ver el universo, pero, en cambio, no logras verte, y formulas preguntas que, tú mismo, desde el otro lado, te respondes.
Miedo de ser dos
camino del espejo:
 alguien en mí dormido
me come y me bebe.
Alejandra Pizarnik (Argentina, 1936).
Pero el perfume de un loco no huele a desánimo ni a renuncia, huele a orfandad, a relego, huele a ruptura, es el huracán que duerme en su propia armonía, soportando la fiebre, el miedo y el temporal.
Para llegar allí había que pasar
por el fondo del alma; había que internarse por pantanos en los que chapotean la muerte y la locura.
Olga Orozco (Argentina, 1920).
Hondar más los abismos y hallar la piedra o desnucarse o romperse un hueso, diría que el de la muñeca para que durante un tiempo no escriban, que sientan el dolor de no ser ni estar.
El loco yerra, pero no miente. Además, tiene la peligrosa manía de decir la verdad. España es la que está loca, no yo.
Leopoldo María Panero (España, 1948).

No sabe el loco de la brevedad del trueno, es un viajero en precario, pero no es fugaz, breve ni efímero, él puede trepar todas las montañas de su país de sueños para eludir al búfalo. 




LIBRO COMPLETO
132 PÁGINAS
https://www.amazon.es/All%C3%A1-donde-empieza-locura-Poes%C3%ADa/dp/1976386217

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miércoles, marzo 06, 2019

Perdona amor si llego tarde


   




A todas las personas que, habiendo sido tocadas en lo físico, han conseguido mantener su espíritu en lo más alto




Perdona amor si llego tarde, pero ahora que te has ido, te lo vengo a decir.
A ti y a mí nos eligió el relámpago a los pies de la luna, ofreciéndonos los cantos y los besos. Fuimos dos rostros que, en la quietud de la noche, escurríamos los huesos dibujando campanas. Éramos de mirarnos a los ojos para ver el agua y la naciente flor que florecía a cada espasmo. Florecíamos en la piel de la manzana fabricando infinitos.
Tú inundabas mis formas con saliva, y mi lengua -como un pez escurridizo- se avenía en tu vientre deshojando los poros, los huecos, los minutos. Yo celebraba tu cuerpo con un silencio verde que, abrazado a mi estrella, pretendía del bosque la gema y tus gemidos.
Tú siempre te quejabas de tus piernas flacas, pero a mí me encantaba tu pelo revuelto. En cambio, estabas orgullosa de tu bien perfilados abdominales y de la esbeltez de tu espalda. Yo era el pícaro que apoyaba la cabeza en tu pecho y algún poema incluso me atreví a escribir en tus nalgas. A veces los domingos, los sábados incluso, traspasábamos la noche encendiendo los lirios, y todas las frutas, los gatos, las farolas… ardían como nosotros y, al calor de tus ojos, tu locura y la mía se inundaban de éxtasis.
Sí. Fue una bella locura que nos mantuvo cuerdos tomados de la mano. Te recuerdo en las noches de verano en la playa.  Discretamente nos besábamos y entre cuchicheos nos referíamos a ese puñado de extraños que se colaban en nuestras vidas. Confieso que ya me estaba hartando muy mucho de Nietzsche, Borges, Neruda, Sabina y tantos otros entrometidos que se ponían a fisgar en nuestros momentos más íntimos. O ese viejo indecente que salía a pasear al perrito cada vez que íbamos a la playa para besarnos.
¡Ah! esas noches de mar con el apacible runruneo de las olas, el brillo tenue de las farolas del paseo marítimo, el olor a yerbabuena cuando regresábamos a casa con la ropa desarreglada y más excitados aún de lo que habíamos salido, íbamos directos a culminar el día, y nos daban las dos o las tres de la mañana y Keroauck, Bukowski y toda esa generación de desalmados se nos acoplaban en medio de la cama.  Teníamos, sí, que compartirlo todo. El amor y los insidiosos comentarios que nos provocaban tantas lecturas ociosas mientras, tú y yo, no sé de qué manera, atravesados en el colchón hacíamos el amor tratando de despistar a las visitas inoportunas de tantísima gente holgazana, y nos mirábamos a los ojos con las manos y los cuerpos entrelazados. Disfrutábamos a solas, sencillamente, de lo que más nos gustaba: leer y leernos el uno al otro para a continuación morir y despertar otra vez juntos.
 Pero yo no sabía que la angustia, la tristeza y el dolor, pudieran tener cabida en nuestro amor. Yo decidí amarte porque estaba enamorado de ti, y sabía que tú también me amabas. Te dejabas querer y yo crecía contigo al tenerte en mis brazos. Y estaba convencido de que el amor no duele ni traiciona.
Tenías tú la sonrisa más dulce que iba repitiéndose de la mañana a la noche. Parpadeabas nerviosa ante un tiempo que presentías ahogado. Llegaron días como inviernos fríos. Las miradas estériles recorrían los pasillos, el salón, la cocina… también se ajustaba a nuestra cama... y a todos los rincones donde nos habíamos besado con el corazón latiendo de locura y la tierna devoción de la entrega sin límite. 
Toda tu fuerza, tus ganas de vivir, no han sido suficientes para vencer a ese peyorativo, estigmático e innombrable eufemismo, a esa cabeza de avestruz que no nos atrevemos a nombrar. Agonizaron tus dedos ahogados en lamentos y el tiempo nos fue diluyendo en desconsuelos. Y te has ido. Sin tú quererlo me has abandonado. Y yo no pude hacer nada por impedir tu marcha. Ya no puedo tañer campanas de amor ni de victoria.
No entiendo la vida sin tenerte. Estás dormida, sí. Pero sigues conmigo. Y si un día despertaras me iría contigo al infinito.

Eternamente en mí

Tu amor de siempre








Imagen by kai kalhh .  Hamburg/Deutschland



#hombresyalgunasmujeres




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viernes, marzo 01, 2019

Poesía, si tienes que preguntar, nunca lo sabrás.





En esta nueva entrega de nuestra Revista de Sur a Sur Poesía y Artes Literarias, hemos pedido a destacados poetas de diversos países hispanohablantes que nos recomienden, cada uno de ellos, tres libros de poesía para este recién comenzado año 2019, recomendaciones que podréis encontrar a partir de la página 114.

El porqué de esta recomendación es sencillo. La poesía puede salvar al mundo. Es el nuevo dios, o el dios de siempre, pero algo más despierto y reencarnado en versos con la avenencia de que no es necesaria la fe ciega para estar convencido. La poesía te llega o no te llega. No tiene cara ni nombre ni es necesario crear ningún tipo de subterfugio ni simulación para creer en ella. "Los dioses han muerto", según el dictum de Nietzsche, “pero no del todo si existe la poesía”, afirma Ida Vitale (Montevideo, 1923).
 
En las redes a lo largo y ancho y hondo y superficial del planeta, opinantes de todo tipo se erigen en jueces, censores, calificadores… y arremeten en analizar y en decir qué es y qué no es poesía, y en la mayoría de los casos se siguen anclando a las referencias de siempre como si la poesía sufriera algún tipo de apoplejía que le impidiera ir con los tiempos. Siguen los popes arrastrando su ombligo con los ojos puestos en el pasado y mirando a los lados de reojo y con ceño fruncido.
 
A su vez, dice Adán Zagajewski (Polonia, 1945), poeta, escritor, ensayista, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2017: “la poesía se encuentra del lado de la verdad“. Para Zagajewski la esencia de la nueva poesía trae la intención de conversar, de iniciar un diálogo con otras culturas y realidades que ayuden a enriquecer su presencia en el mundo y su visión de la realidad.
 
Probablemente sea la poesía una arriesgada aventura, toda vez que el arte es percibido de manera diferente en cada ser humano. Poesía es una expresión artística por medio de los versos o de la prosa, o eso dice la Real Academia de la Lengua, descripción a la cual nos atenemos.
 
Sea cual fuere la forma, el concepto que tengamos de poesía, la poesía muestra al lector otras formas de percibir y comprender los sentimientos propios y ajenos, de poner palabras e imágenes a sensaciones que, posiblemente, nunca antes te habrías parado a precisar, a definir, a concretar. Quizá, en última instancia, mediante la poesía intuimos la necesidad de buscar nuestro propio espacio, nuestra propia e íntima melodía.
 
Ocurre, en poesía, (lo expongo en Un humano cualquiera, 2017) que los versos se leen pensando en uno mismo, y en muchas ocasiones, efectivamente, el verse reflejado en algún verso, o en algún poema, es irremediable. No obstante, hay que leer también entre líneas, observar los silencios, el oxígeno que deja en el papel, leer el poema varias veces, porque según el estado de ánimo en que te encuentres, el poema te sonará diferente; recuerda que es el lector, a fin de cuentas, el que convierte el poema en poesía. El lenguaje poético es el lenguaje más profundo que podemos poseer.
 
La poesía utiliza un idioma inquieto, sugerente, nos condena a querer ser libres, a estar en contra de todo. A veces es un lenguaje complicado, inconexo, pero hay que intentar leer entrelíneas, ir más allá y descifrar aquello que se oculta entre las palabras. Hay que leer el mensaje oculto, como en la vida misma, porque lo que se dice a veces no es lo que lo que se quiere transmitir. Es el lenguaje oculto de los sentimientos, muy parecido, a veces, a las relaciones personales.
 
Con la experiencia de la edad y los años, pero también leyendo poesía, aprendemos a relativizar  (conceder a algo un valor o importancia menor al que estamos dando) y caeremos en la cuenta de que un poema muchas veces está lleno de paradojas con aparentes contradicciones y como lectores podemos percibir que nadie es poseedor de la razón ni de la verdad  absoluta; dice Borges: “Ajedrez misterioso la poesía, cuyo tablero y cuyas piezas cambian como en un sueño y sobre el cual me inclinaré después de haber muerto”. Y descubrimos, a través de la poesía, que el amor, el desamor, la alegría, el miedo, la pena… no son las únicas emociones que tenemos.
 
También Borges decía que era un error pensar que la prosa estaba más cerca de la realidad que la poesía. Con la poesía el mapa emocional de nuestro cerebro descubre nuevos espacios, espacios más agudos, más sensibles, tal vez pueda ayudarte a aclarar tus sentimientos y a descubrir que la naturaleza humana siempre ha sido la misma y sus inquietudes de antes son las mismas de ahora: existir, protegerse… definitivamente ser feliz.
 
A Louis Armstrong le preguntaron: “¿qué es jazz?”. Su respuesta: “Man, if you gotta ask, you’ll never know” (si tienes que preguntar, nunca lo sabrás), Igualmente ocurre en poesía.
 
 
Alonso de Molina
Tuyo en la poesía

Editorial #7 De Sur a Sur Poesía y Artes Literarias

Imagen del artista ecuatoriano Rafael Díaz Recalde


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domingo, febrero 17, 2019

Revista de Poesía de Sur a Sur #7 Marzo 2019

Escritores, poetas y artistas que colaboran en este número


Alonso de Molina. España Cristina Sainz Sotomayor. México DF Andrea Zurlo. Argentina Andrés Rubia Pedreño. España Antonio Duque. Japón Benjamín León. Chile Carmen Baeza Lores. España Cristina Guerra. Ecuador David González. Argentina Dora Isabel Berdugo Iriarte. Colombia Elisabeth Terán. Ecuador Francisca Sánchez Sevilla. España Francisco Sanz Navarro. España Gracia Cisneros. México Isabel Hualde. España Ismael Lorenzo. Miami Jessy García. España José Manuel Sáiz. España. José Luis Martínez Clares. España. Juan Diego Sánchez. España Julio González Alonso. España Karla Jazmín Arango Restrepo. Colombia Lissette R. Ambrosio. USA Lola López Martín. España Milos de Azaola. España Manuel Salinas. España María Ángeles Lonardi. España María Flores. España. María Luisa Lazzaro. Venezuela Martin D’Angelus. Puerto Rico Milos de Azaola. España Perfecto Herrera. España Fco. José Maldonado. España Ramón Uceda. España Rafael Díaz Recalde. Ecuador Raúl Arias. Ecuador Ricardo Gil Otaiza. Venezuela Rocío Biedma. España Silvia Ortiz. Perú Theodoro Elssaca. Chile Teresa Ramos. España