viernes, julio 25, 2014

No es difícil amar a una mujer que riega sus macetas








    
No es difícil amar a una mujer que riega sus macetas. Ni siquiera es preciso que haya nacido un viernes, pero sería oportuno que ella tenga la risa de un día como el jueves, pues bien pudiera ser que le crecieran pétalos y germine en sus flores hasta hilvanar los círculos de un bosque donde aguarda el helecho  para abrir paso a los solsticios y descoser el karma y sus escamas, renaciendo otra vez, de entre los tiempos, única.
     Tampoco es necesario que trepe por los muros para contradecir las hormas de la geometría pretendiendo alcanzar los alfas y omegas de la divinidad, pues si de amar se trata, ella ama a sus plantas y a sus gatas, ama su consabido mate y ama sus ojos, (y quizá los míos), y ama caminar como un rayo inviernos, primaveras, otoños y veranos, creciéndoles las huellas desde los pies urgidos al exacto centro de sus buganvillas.
     Por poner un reparo, tendría que decir que la prefiero fresca, como recién cogida de un campo de cerezas y buscara mis párpados para perderse en busca de un pecado. Que prendida en el vientre de la música rompiera los tambores y afirmara que sí, que existe un mundo desbordado de yerbas y de aromas que crecen día tras día entre sus huesos.
     En verano buscamos los racimos huyendo hacia la luna. A veces me parece un sueño que llega hasta el invierno. Ella borra bostezos a la noche, esquivando las dudas de su cuerpo, mientras caen rendidos por su cuello, mis dientes uno a uno muy despacio.
     Podría ser aurora proclamada, y no lo es. Es tan solo un retazo de un mar que un día cambió de tierra buscando hundir los besos donde sus pies naufraguen junto a mí. Hay que amarla cargado de paciencia, como a una reina que zurce entre sus labios un dominio de cantos sin medida. No es difícil amar, ya digo, a una mujer que riega sus macetas.

PUESTO EN LA REINA DE AQUEL DICIEMBRE
.llevado a Hombre sin nada que llevarse a la boca

miércoles, julio 02, 2014

Solo el misterio nos hace vivir





Hay un rumor que huele a noche, un oscuro silencio que parece mirarme sin quererme decir nada. Tal vez la luz, cobardemente siga queriendo huir del sol, lo mismo que huye un tren en días de tormenta.

Hay un telón oscuro escrito entre misterios.
Hay un cielo sonriendo mientras me habla.
Hay un coro bailando entre las razas.

Tal vez alguna imposible tarde deje caer un amarillo de nubes hacia algunas emociones que permanecen demasiado tiempo cerradas, y tantos huesos blancos, reunidos en la tarde hablándose en calma, como quien come palomitas mientras observa a una serpiente trepar a la cabeza de alguien que sueña que caminando de noche por el bosque podrá hallar la luna que romperá sus miedos. Así de necesario, así de anónimo el rio sigue su curso sin detenerse ante la gente que duerme y haciendo vibrar a los que caminan despiertos al amanecer.

Cómo tapar con las palabras los agujeros, cuántos sables brillando en los jardines, cuánta maleza gritando en el bosque, y dedos y bocas que se juntan para ordenar silencio; un dolor, un dedo que no respira se aferra a la cornisa tratando de no caer; hay vocales con alguna consonante airada que se pronuncia confusa, oh, ah ,uf, eh, ihhh, y se solapan se hacen sordas y mudas  y bizcas onomatopeyas gritando del revés en la dirección opuesta, al caos en vez de a la música.

Y vivimos, vivimos despojándonos con trazos que señalan lo prohibido, y lo prohibido es absurdo, absurdo y sucio como un lazo alrededor del cuello, como un recuerdo lleno de amnesia que nos sofoca el norte, las ansias, las quimeras. ¿Habremos de decir más veces que las referencias nos paralizan, que nos acortan  las alas, las osadías, los bríos,…? ¿Tendremos que clavar los deseos a una losa en forma de cruz o tendremos que besar con besos rotos la sangre y las pupilas de aquello que detestamos?

Desde la risa de una soledad elegida resistimos al engaño, a la complicidad del oxígeno y de nuestro finito cuerpo que aguardando la sonrisa de dios persiste en la mentira de seguir reclinados pretendiendo la ciega salvación.

Como Lorca asumo que “solo el misterio nos hace vivir” y categóricos sumamos ángulos y nos vaciamos de sueños aceptando el coma de la ciega muerte que es la vida.


Un humano cualquiera. fragmento

lunes, junio 23, 2014

Todas las hojas verdes que soy




Con el invierno en fuga de olvido, la primavera cierra sus tardes con un conjuro de pájaros que no olvidan los poderes del fuego. El estío  llegó. Canta la media luna para poner en jaque a todas las madrugadas del verano.

En estos días que vienen con un sol imprudente partiéndonos las piedras, nos reiremos tronchados doblándonos por dentro como se dobla un lienzo, inermes e  indefensos y el corazón dispuesto para encender los dedos y borrar cicatrices.

¿Quién limpiará de ortigas el jardín? Las miserables hojas caídas en otoño. ¿Quién se hará tarde y luz poniendo el pan sobre la mesa y bebiéndose el licor en la boca del otro?

Así el origen llega cargado de bronce, de incontrolados vientres buscándonos los pulsos, mordiéndonos las fábulas,  como en tantos inviernos cargados de metáforas donde se arraiga el hombre sintiéndose desierto, presintiendo la fiebre y el aire que le falta.

Del tiempo y sus raíces, se observan estaciones pesadas  como el plomo. Languidecen los años desde el germen, toda la nada por delante, sin morder del todo la vida, dejando muchas batallas sin librar entre la carne y el cuerpo, entre la unión de almas que nutren con su entrega tantos  otoños devoradores de sueños.

Voy abriendo ventanas (la media luna brilla y es verano). Al ventilar los miedos la tierra beberá en mí todas las hojas verdes que soy, gestadas en relojes que no tienen calendario.

hoy, veintiuno de junio,  por fin llegó el verano.




Un humano cualquiera. Fragmento

miércoles, abril 09, 2014

Instrucciones para reír en época de crisis









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Hoy solo soy un gruñido con un pecho esmaltado. Un loco confundido que se arranca los botones fingiendo que no es nadie y que a nadie pertenecen los sueños no alcanzados. Pero la risa, como el llanto, es contagiosa, y mientras miro los geranios en los balcones, caigo en la cuenta de reírme de todo y hacerme reverencias a cada paso balanceando mi torso hacia adelante e inclinando la cabeza hacia mi ombligo. De esta guisa, mis manos se recrean en evasivas, poniendo excusas a los pies para caminar despacio, slow people, me digo, slow people reafirmo, convencido de que el que ríe el último no ríe mejor, ríe menos o quizá ya no ría nunca más a causada un atracón de rigurosa intransigencia.
Reír se me antoja una máscara veneciana para ocultar la tristeza y ser a ratos un polichinela filosófico y burlesco, soñador a veces y acaso aventurero lleno de dilemas. Así entre latidos y espasmos me provoco la risa, una risa de gato malcriado que se relame el hocico ante una araña atrapada en su propio tejido, pero busco la risa activamente para apuntalar los complejos y avivar esa chispa inflamable que es la vida.
No hay función más sana que reír, reír y ser, que sin ser no es posible la risa, ni es posible madrugar ni sacar la lengua ni apretar las manos ni abrazar con fuerza. Me río sentado y me río en horizontal, y me río de pie  para frenar mi indiferencia, me río de cualquier guisa mientras escribo estas letras con todas las instrucciones necesarias para reír, reír con pausa, reír con vehemencia, reír con afán, reír solo, reír en compañía, reír entre tambores o con trinos de jilguero, pero reír riendo, reír porque sí, pero sobre todo reír por filosofía para inocular el virus de la risa al mundo como antídoto a la crisis y a la mala uva.
No sé si al ponerme en cuclillas me provoco la risa o las agujetas, pero las horas se funden y un instante ya es pasado o quimera imperfecta y ya está bien de pedir excusas, de sentir miedo y de pedir perdón por las tachas de otros; si bastara un soplo de cordura, si suficiente fuera alcanzar la rebeldía con un simple beso en la espalda del desconcierto, para encontrar la libertad de reír a manos llenas y calzón quitao, que es al fin lo que todos ansiamos.
Hoy que España es una burbuja a punto de reventar, no podemos seguir perdiendo el tren de la risa, reír es dual, difícil pero sencillo, tener en cuenta que para reír a gusto tan solo hay que abrir la boca y coger aire, luego soltar la carcajada y reír a muerte todo el rato.
Hoy es un buen día para colocar incienso en los balcones, hay que dar estabilidad al color y escribir mensajes nuevos en las hojas del trébol para decirle al mundo que la risa es universal, que la sonrisa es nuestra y la risa es de todos.


Monólogos ígneos. Fragmento
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#sigoEnCasa para #FrenarLaCurva


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