domingo, marzo 10, 2013

“Cuadernos sin fronteras”. Jorge Carroll




“Tengo 79 años y confieso que este mensaje nunca llegará porque jamás tuve el miedo suficiente para escribirlo”.

Leer a Jorge Carroll, sin saber que estás leyendo a Jorge Carroll, se te hace como que estás leyendo a Jorge Carroll.  Quiero decir que Carroll es un poeta con voz propia, sus influencias son suyas aunque en su larga  trayectoria de lector a tiempo completo -como el mismo afirma- ha mamado de todos los vientos y se ha curtido en salmueras variopintas, quizá semejantes, quizá reversas, pero tinturas a fin de todo encontradas en una voz exclusiva y definitivamente, para el que esto escribe, oportuna, aunque a veces te choque, como mirar al sol a contraluz, cuando lo único que se pretende sea desvestir los recuerdos acumulados en más de 5.000 frases recopiladas en las más de 200 páginas de “Cuadernos sin fronteras. Reflexiones sobre la soledad, las ausencias y otras intoxicaciones” publicado por F&G Editores en Guatemala y que su autor tuvo la generosidad de enviarme un preciado ejemplar a España.

En “Cuadernos sin fronteras” Carroll recupera frases, anécdotas maceradas en el polvo de los años; sus letras son rotundas, no revolotea en círculos, quizá fuera ese discurrir directo lo que me enganchara, hace ya 12 o 13 años a la poesía de Carroll, poesía que va directo a la colisión, busca el encontronazo con el lector, dejar huella en el o directamente hacerle abandonar el escrito; comparto con el autor  que “En literatura se es innovador o idiota”.

Me tomo la libertad de exponer, sin permiso del autor, una breve selección de las frases que durante más de 20 años fue reuniendo Jorge Carroll, frases que según confiesa “no eran mías hasta que las escribía. Nadie es dueño en absoluto de lo que escribe”.

“El hombre que creo ser no trasciende su Soledad”
Quizá inmerso en un laberinto donde lo más cómodo sea no buscar la salida.

“El primer error histórico fue prohibir la manzana y no la serpiente”
Aunque quien sabe si Adán no hubiera preferido litigar con la serpiente.

“Soy agnóstico por la gracia de Dios”
Revela quizá indiferencia ante la existencia  de Dios, pero no tanto la negación rotunda.

“El error de un hombre es intentar alegrar su corazón por medio de las cosas, cuando lo que debería hacer – como proponen los taoístas- es alegrar las cosas con su corazón”. Frase inmersa en filosofía zen.

“Desde que mi madre me parió he intentado a veces con éxito, alejarme de mí mismo”. Esa cualidad tan terrenal de no soportarnos, de negarnos sin tan siquiera aceptar lo que suponemos que somos.

Recurre Jorge Carroll, en buena parte de sus desempolvados “Cuadernos sin fronteras” a frases de escritores memorables como Borges, Cortázar, Umbral, Octavio Paz, Sábato, Valery, Rimbaud, Apollinaire, y muchos otros nombres acreditados.

Y efectivamente, “Olvido”  y “Ausencia” son las palabras más repetida en estos “Cuadernos sin fronteras” de Carroll, palabras faltas de memoria pero en ningún caso carentes lo más mínimo de ingeniosa inteligencia.

Un fuerte abrazo querido Jorge junto a mi aplauso y admiración hacia tu obra !!!!



.
__________________________________________
Gracias por echar un vistazo y dejar un comentario
en estos sitios donde puedes ver algunos de mis trabajos.


Google Books
Amazon Books


martes, enero 08, 2013

Poema para el día antes de mi cumpleaños Corre mi sangre hacia la noche extraviada


A estas alturas de la vida, mi cuerpo es este incendio que arrastra sus pisadas, un brillar de cenizas en la tregua, una mano tendida para alcanzar el tiempo.

Y me escribo, me escribo hoy una carta o un poema que tanto da,  y me escribo entre tantas máscaras que incluso me atraganto al reconocerme entre los rostros, pero tengo el derecho de llamar la atención de mí mismo y sentir frío o miedo o ser simplemente carne que duda entre romper la piedra o abrillantarla hasta observar en ella mis advertidos gestos.  Y es que debajo de nosotros late la osadía, la osadía y el ansia por conocer a fondo la melodía propia, ese agotado olor de los dietarios que como un pájaro viejo alza su sinfonía y se adentra en la niebla, camino de una hilacha buscada en las alturas.

No se llega a los años con medida, las formas y los cursos no esconden las señales, ni el polvo de la tierra alza su júbilo en el aire, como lo haría un árbol que va abriendo sus ramas mientras crece. Las formas de la tarde desaparecen sin sonidos, y empezamos a contar lunas menguantes y veranos y tardes que se encogen,… Ligeramente alguna música tímida hasta llenar la cabeza de silencio, para ceder las ilusiones y apagar lentamente los ritmos y las campanas. Muchos años naciendo día tras día, llenando los bolsillos de desiertos y dando en cada paso el corazón;  pero no puedo hablar del corazón porque no lo comprendo, no entiendo que la vida sea causa perdida, ni puedo confiar en las banderas que ciegan a su paso tantos sueños.

Y me resisto día tras día y entro desesperado a los años, al paso de las tantas cosas que me quedan pendientes por hacer; siempre tuve las manos muy vacías y el corazón sobrado de arena para elevar castillos. En la vida he sido invisible y mudo,  a veces apasionado y sonoro. Hoy, pintado de azul en mi cintura, inventándome  cada día en los espejos, yo estaré tan enormemente extendido como un crujir de agujas transitando una aldea de árboles. Entonces, tal vez, pueda por fin decir, como en aquellos días en que cientos de ortigas huían de mi boca: -Señor, no tengo nada; tan sólo los distintos rostros que cada día parpadean en mí. -Nada, Señor, no tengo nada. -Duermo sin ti, Señor, como un animal que no encuentra hogar.

Mi vida, como la de todos, es una suma de sucesos. En algún momento, poco después de nacer, conocí el sudor y el aroma profundo del mundo. Más adelante conocí a una mujer que me acercó a la vida, su perfume de incienso y tiempos  infinitos son tesoros que guardo con apego.
 
Hoy, miro mis manos como si no fueran las mías, el gris me sigue pareciendo otoño, mis camisas no saben bailar un tango, y ya ven, me quedan tantas cosas por aprender…. Soy un autodidacta más, o eso creo, nunca en la vida tuve un manual para la tristeza, en cambio aprendí a reír solo, pero nunca fui capaz de aprender a juntar las manos y llorar con la cara tapada, tal como instruye Cortázar. En cambio si aprendí a tener miedo y a perder el horizonte de mis ojos.

Ahora entre las cosas que me quedan por aprender, auto aprender, me queda el mantener la boca cerrada, lavar mi ropa y recogerme el pelo, dormir con una sola almohada, no perderme en los paisajes, romper los calendarios y disputar en las rebajas más años de futuro para alcanzar a ver el juicio final pintando los ombligos del color de la aurora.

Hoy, ocho de enero, un día antes de mi cumpleaños, corre mi sangre intacta, sobre un naufragio anónimo, hacia la noche extraviada.

Un humano cualquiera. Fragmento
.


domingo, septiembre 09, 2012

_La lenta evolución de los instantes (Ascensión al Aneto)








Era un zigzagueo de piedras entre el sonido manso del agua
y el sereno perfil del inicial creciente de la luna.

Prestos a ser origen atravesamos rápidos
 un bosque nebuloso, hermético y confuso,
de persistentes muecas y silencios abiertos.
El alba consentía en adaptar sus formas
para escoltarnos paso a paso sobre la roca y sus misterios.

(Si el albor prorrogara el tiempo de esta efímera luz se hundiría  mi rostro en cuadrantes y mapas apremiando en atajos los perfiles de agosto. Estalla la ventisca sobre el aire y el sol, el ocaso se aleja  de nuestros pies cansados descifrando la danza que persigue la niebla ¿Cómo dejar de sonreír ante la luz descalza surgida del glaciar?).

Quiero correr, llegar
a las puertas del viento que circundan tus piedras,
rebasar el mercurio, el argento metal de las inertes cumbres.
Pero pesan mis pies
entre las aguas nómadas que bajan impacientes
acariciándose en los huecos de surco en surco,
puliendo las heridas del severo perfil de tus pinturas.

Sé de mi sangre y pulso, esa marea viva
que pretende volverse al punto de partida
yendo del vértigo a la calma, a la tempestad
de ese influjo interior que nace de los sueños,
cansada luz sin lengua y sin oídos afrontando el vacío,
creciendo en los abismos de la raíz exacta de los miedos.

(La carnívora historia, tan ausente en mi boca, mostrará impasible su más frío color sobre las desaguadas cumbres; y en sus bases las vetas del desierto, apuntando a las nubes, cantarán su victoria).

Sin sopor ni recelos se dividen los astros
y el vértigo se mueve como inquieto presagio
entre la nieve, el aire, el agua,
la roca y la ventisca.

Siendo llamados a la piedra que respira, 
nuestros ojos y oídos son un norte de luz
que nos regresará al vértigo
como una indefinida danza imprecisa e inquieta.
Con todo el hambre junto,
 te das cuenta que estás solo.
Sin espejos, sin lluvia, sin promesas,
no existirá el mismo río ni el mismo barro
ni la misma piedra.

(Me recuerdo  abstraído en tu pecho vislumbrando tus cauces y macizos y yo, que solo soy un rostro más que tiembla, voy clavando los pies con un dolor inmenso  latiendo por las venas, la soledad y los deshielos).

Horizontal al  limbo, te aguarda efervescente la lenta evolución de los instantes,
 la asimetría de las formas,  la hoja siempre en blanco
y el nombre de un profeta que trenza un puente entre la tierra y el cielo.




Adm

Dedicado a PG que me subió en volandas y regresé a la tierra sin darme cuenta que casi toqué el cielo

Imagen

Travesía glaciar del Aneto. Agosto 2012. Cortesía de www.enlabuhardilla.com


Lectura recomendada

Aneto, el glaciar que agoniza
 El glaciar del Aneto, el más importante del sur de Europa, agoniza. Se funde como un azucarillo. Las imponentes y robustas masas de hielo que retrataron alpinistas pioneros del Centre Excursionista de Catalunya a principios del siglo XX ha dado paso a una geografía de placas heladas finas, segregadas y en descomposición. Un invierno y una primavera sin nieve y un verano caluroso en el Pirineo han hecho que este septiembre el glaciar haya alcanzado la superficie más reducida de su historia; "al menos, desde la Pequeña Edad del Hielo (1820-1830)", según explica Javier Chueca, profesor de Geografía Humana de la Universidad de Zaragoza. "Desde 1988, no he visto una erosión del glaciar del Aneto como este año", sentencia Antonio Lafón, responsable del refugio de La Renclusa (al pie del Aneto y el Maladeta, a 2.140 m. de altura), un testigo que lleva 40 años constatando los efectos del calentamiento sobre este macizo.
 
 

viernes, agosto 31, 2012

La luna de mi patio es redonda





La luna de mi patio es redonda y brillante,
 pero es sobre todo la luna de mi patio.

Este mes en que agosto nos regala ración
de doble  luna llena me crujen los azules
de la noche y el jazmín me encadena de aromas
a mi patio prolijo en barbacoas, sangrías,
 yerbabuena y sabores.

No termina este patio en los geranios
 ni en las cien buganvillas que lo pueblan,
vuela la luna en mi cabeza
dibujando un estigma solidario,
una  magia, un ardor sobre el barro
y cae lluvia de cigarras que se espantan
de horrores, doctrinas y calvarios.

Pero esta luna es tan azul que hasta
los perros bailan blues sobre los hilos frágiles de la noche.

(Impronta porque si
31 agosto 2012
me jode que se acabe el verano,
y ya va dando coletazos por aquí)