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domingo, mayo 26, 2019

Es difícil gritar on the street lonely

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Precipitado en la apatía de las razones,
sin respuestas ni aspectos que atender,
penosamente solo, demasiado vacío,
sin cargas ni destinos nutridos por mi pecho;
concreto en la ceniza y el disoluble credo
rechinaban mis dientes, lying on the sidewalks;
con la vida desnuda corriendo en las cantinas
insensatas mis manos procuraban mujeres.


Zarandeado al viento como hoja en ventolera
yo estaba al margen de cualquier destino;
bajo el sol caminando, aquel año bisiesto
en el aire estallé mis monedas, and my luck,
en tanto recorría las plazas y las angostas bocacalles
sin cosenos ni senos donde albergar los sueños;
descolgaban las horas con la sed del hambriento,
envenenando un alma urgida de calor
y un corazón en combustión emergente
que sellaba sus besos con los pardos del aura.

Es difícil gritar on the street lonely;
la mujer dijo hello y yo rompí mis ojos
para mirar su escote insinuante y sedoso;
reincidían momentos en los signos de aquarius
y mojaban los sueños sin posar la cabeza sobre el agua.


La medianoche es trampa.
Escucha Camarón, oye la noche,
busca en su llanto el rendido sexo;


mientras templada ella
se perfuma la cara con los ojos del alba,
un orgasmo creciente late en su aliento blanco.

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Hoy en Hoy al mejor precio.


viernes, septiembre 15, 2017

Historias de cualquier otoño -4-


el lar del juramento 
Si pudiera explicar las vidas que quité
si pudiera quemar las armas que usé
no dudaría, no dudaría en volver a reír
Antonio Flores
(Álbum Arriba los corazones)

Las madrugadas no debieran ser lapso y muerte;
acentos y palabras confunden al destino.
Un mes como septiembre debería romper
los nichos y las urnas, las fronteras y líneas
que dibujan el frío e iluminan el odio.

Mientras duerme la noche, promovidos fanáticos
imponen el terror en las habitaciones israelíes;
la parca optó por Múnich,
violó su Villa Olímpica, el lar del juramento;

escupen
como si el mundo no supiera ya lo que es malo;
huyen de sí, con la frialdad de los extremos
provocando las sombras, midiendo sus tropiezos;
acechan como cuervos ataviados de hombres,
sin embargo jalean al aire
las mismas cuentas que sus mártires:
sesenta ritmos por minuto
ocho horas de trabajo, otras tantas de alivio
cuatrocientos ochenta minutos para el gozo…
…ningún instante para el alma.


Respiran
con la destreza de saber matar;
curtiéndose en pecados persiguen sus pretextos,
exhortados en credos que alinean horror
proyectan con sus ojos la mirada del miedo.
Han sido programado para destruir
y arrastran en su saña el ataque cobarde
que mancha en madrugada los silencios y vidas.

Las pantallas mostraron la matanza de Múnich,
el mundo no se olvida;
once rehenes mueren por el "Septiembre Negro"
las olimpiadas del setenta y dos

la cólera de dios perseguirá las sinrazones
y los ojos del mundo preñarán sus cruzadas
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Septiembre Negro. Este es el nombre de la Organización terrorista palestina que el 5 de septiembre de 1972 perpetró su acción criminal más notoria y que el mundo conoció como "La masacre de Múnich". Nombre que se le dio al secuestro y asesinato de once atletas israelíes durante los Juegos Olímpicos de 1972. En el acto además perdieron la vida cinco miembros de Septiembre Negro y un policía alemán, La tragedia sería vista en todo el mundo a través de la televisión. No fueron solo palabras de la acalorada premier Golda Meir: “No escaparán los asesinos a la larga mano de la justicia de Israel”. Los servicios secretos israelíes, el Mossad, dispuso la “Operación Cólera de Dios” –llevada años más tarde al cine por Steven Spielberg con el nombre “Operación ira de dios”. El cerebro de la matanza, Alí Hassan Salameh, alias el Principre Rojo, que fuera consejero de Yasser Arafat, murió, descuartizado en explosión de coche bomba en Beirut el 22 enero de 1979; El “ojo por ojo, diente por diente" de la justicia israelíe se había cumplido.
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©Alonso de Molina

sábado, noviembre 22, 2008

Historias de cualquier otoño -5- Viva la revolución de los claveles


¡Que revienten las tardes! gritaban las chicharras.

Grândola, vila morena
Terra da fraternidade,
O povo é quem mais ordena
Dentro de ti, ó cidade.
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Grândola, villa morena
Tierra de fraternidad
El pueblo es quien más
ordena. Dentro de ti, oh ciudad
“Zeka” Afonso (escuchar la cancion)

De la sombra de algún precipitado exilio
he vuelto a la recámara de las profundidades
-sórdidas, abatidas- de las impuestas fechas.

A pesar de los años, advirtieron mi anverso
los abismos obtusos -clónicos, eclipsados-
y de reversa suerte seguían esperando
al acecho de alguna estrecha realidad,
aguardando avenidas y aguaceros sin rédito.

De la revolución de los claveles
solo queda el recuerdo;
en tanto en Barcelona, las aliviadas ramblas,
proclamando su doctrinaje al hachís,
exhibían inéditos los porros primigenios.

Pasaron dos veranos.
En ese tiempo, fenecía despacio
la occidental reserva vaticana,
daban sus coletazos últimos
la espiritual gerontocracia española.
¡¡Escarben en su esquela,
en la historia que admite las fotos de sus guerras,
en la camisa nueva bordada ayer de rojo!!.

A veces me subía en hombros clandestinos,
los cordones maderos me apretaban los pies:

"Disuélvanse callados, vacíen sus bolsillos,
alineen sus mentes y ajusten los relojes
con esta misma hora".


No existen credos sin color
ni fuego que no aguarde a los herejes.

¡Que revienten las tardes! gritaban las chicharras.

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©Alonso de Molina 2006. Historias de cualquier otoño. Fragmento
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En la madrugada del 25 de abril de 1974, la radio portuguesa emitía por primera vez una canción del compositor luso José “Zeka” Afonso, hasta entonces prohibida: Grandola, vila morena. Era la señal acordada por los militares del Movimiento de las Fuerzas Armadas para avanzar con las tropas hacia Lisboa dispuestos a derrocar la dictadura más larga de Europa, la del dictador Salazar. En plena primavera, la vendedora de flores de la Plaza del Comercio regaló a los soldados su cargamento de claveles rojos, bautizando de esta manera la revolución de Portugal que puso fin al régimen conservador, antidemocrático y represivo que persistía desde 1933.
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Viva la revolución de los claveles. Viva Celeste Caeiro
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 Dicen que un soldado le pidió un cigarrillo, pero Celeste Caeiro solo tenía claveles, y su gesto de entregar esta flor de temporada, dió nombre a la revolución que cambió Portugal que desde 1926 estaba bajo la dictadura militar, primero a las órdenes de António de Oliveira Salazar que mostraba abierta simpatía por los nazis y fascistas organizando la Legión Verde a semejanza de la División Azul de España, dictadura que prosiguió desde 1970 a las órdenes de Marcelo Caetano, continuista del regimen de Salazar que no estaba por facilitar la apertura política. Así el 25 de abril de 1974, a las 0:25, la radio emitió Grândola Vila Morena que era la señal para que los militares rebeldes iniciaran el levantamiento que dio lugar al derrocamiento de la dictadura en Portugal.
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25 abril Revolución de los claveles

Grândola, vila morena
 Terra da fraternidade
 O povo é quem mais ordena
 Dentro de ti, ó cidade

Dentro de ti, ó cidade
 O povo é quem mais ordena
 Terra da fraternidade
 Grândola, vila morena

Em cada esquina, um amigo
 Em cada rosto, igualdade
 Grândola, vila morena
 Terra da fraternidade

Terra da fraternidade
 Grândola, vila morena
 Em cada rosto, igualdade
 O povo é quem mais ordena

À sombra duma azinheira
 Que já não sabia a idade
 Jurei ter por companheira
 Grândola, a tua vontade

Grândola a tua vontade
 Jurei ter por companheira
 À sombra duma azinheira
 Que já não sabia a idade

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 Zeca Afonso - Grândola, Vila Morena
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