domingo, mayo 03, 2009

Mi ciudad, 1970 (relato 300 palabras)




Los días de julio eran pintarrojas al sol y olor a salmuera. El crepitar de los minutos levantaba el polvo de las calles y bajo la sombra de las palmeras sesteaban los perros y las pulgas. El silencio sólo era roto por la alarmante acústica del Pito de Oliveros, cuyo ulular anunciaba el final de las horas entregadas al trabajo; la legión de gente camino de sus casas animaba los medios días, mientras la barra del Cuco, en medio del parque, tentaba a los viandantes con sus vermut y tapas de aceitunas y jibia a la plancha.

Estancada en los días, su historia acusaba el calor asfixiante del levante y el pegajoso poniente. Era una ciudad en la inopia, los obreros, sin esperanza ni futuro, con gesto feligrés, subsistían con sus pensamientos erráticos, evaporados en el sopor de los veranos, con el viento en las piernas desnudas de la bahía, sin ambición ni hambre ni orgullo espaciaban la sal y la miga de su existencia.

La Alcazaba, con sus torres, descendiendo la calle de La Reina camino de la Escalinata Real. Los barrios de la Joya, Pescadería, la Chanca, San Antón,… dirigían sus holganzas a la arenica blanca de las playas lindantes.

Al filo del muelle, cada tarde decenas de ojos oteaban el horizonte con la “carná” prendida al anzuelo y la vista en la lejanía. A sus espaldas gritos, polvo, jóvenes jugando al fútbol bajo los tinglados del puerto, hasta que en la tarde-noche en el Jurelico o en el Moderno remataban el día con una de Tarzán o Clint Eastwood.

Pero no fui yo, quien disparó la raíz esculpiendo su futuro en holgura, esta infusión a gotas que atravesó mi savia donde las hojas registraron la sequía y el sol, prendió en el acento cálido de los nativos.



© Copyright 2008 Alonso de Molina

Imagen FICUS centenario, narrador de este texto, desde su ubicación privilegiada en el Parque Nicolás Salmerón, frente al puerto.



12 comentarios:

  1. Bien. ¡Qué gusto, Alonso, leeerte! ¿Sólo 300? Parece un mosaico perfecto. El retrato de la ciudad viva, recuperado del baúl de un tiempo que no volverá. Lo has hecho maravillosamente.
    En el último párrafo: la dinamita.

    Besos.
    Laura

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  2. Hermoso Alonso.
    Que forma de describir el crecimiento de uno con la ciudad que lo vive.
    Y esa luz que conmueve el alma y la mirada...
    Como acuna el mar cada una de las palabras.
    Y como se mira al futuro desde lo que se fué.
    Creciendo..creciendo siempre.

    Beso para tí.
    Otro para tu ciudad.

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  3. Maravilosa descripciòn , te felicito
    me encantò leerte y te invito a pasar por mi blog para dejar tu huella

    Carinosssssssssssssssssssssssss
    Lydia Raquel Pistagnesi

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  4. Alas, Laura, es lo que me dan tus palabras, tu tienes la culpa de estos relatos medidos, tendré que pedirte cuentas.

    un beso amiga

    .

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  5. buena lectura Leni, te lo agradezco mucho, un beso para ti

    .

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  6. Lydia gracias, pasaré a verte


    un abrazo

    .

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  7. Qué bello Alonso, qué presición para decirlo, para pintarlo como si fuera una acuarela, a la que no le falta ni el olor al puerto, ni el bullicio ciudadano. Me gustó, gracias. Un beso!

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  8. Descubro el blog. Voy a dedicarle minutos que 300 palabras invitan al optimismo.

    Post Scritpum Ya te contaré...

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  9. Aqui leyendo tu buen relato, lo único que no me gusto es que sentí el calor muy de cerca, jajajaj, es que el calor exagerado no me va nada.

    Un abrazo Alon.

    Rocío

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  10. Paula muchas gracias por venir,

    un gran abrazo compañera

    .

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  11. Gracias Jose R. por los minutos de dedicación a este blog


    ya me contarás
    .

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  12. Rocío

    una duchita o una abanico pa' calor mujer

    gracias por venir, gusta me verte

    .

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Gracias por tu lectura y comentario


Tuyo en la poesía
Alonso de Molina